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Las vendas de la cancha

 Julio, a quienes otros ya le llaman el “héroe de México, con sangre de campeón”, salió a calentar con un casco negro del tipo que usa el portero checo Petr Cech. En un principio lo habían anunciado en la alineación, pero luego corrigieron y fue al banco de suplentes.

Julio mostró su simetría con el balón en sus pies desde el arranque del Mundial, haciendo sufrir con su baja estatura a defensores que lo superaban hasta por 20 centímetros, y aguantando patadas de zagueros congoleños, franceses, y hasta cabezazos alemanes que lo dejaron con una herida que ameritó 10 puntos de sutura, que no fueron impedimento para que marcara el gol más bello del torneo.

El nativo de Tamaulipas será recordado por la eternidad suspendiéndose en el aire, con un enorme vendaje en su cabeza, sangrando, conectando una chilena que valió el pase a la final y que cautivó a la prensa de todo el mundo, que anoche voto por él como el mejor hombre de la Copa.


 

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