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El consumo de legumbres puede reducir el riesgo de padecimientos graves

El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares que afectan la salud de amplios sectores de la población mexicana, encuentran un atenuante con el consumo de legumbres, las cuales realizan una función antihipertensiva, antioxidante, antimicrobiana y anticancerígena en el organismo humano, aseguró la doctora Gloria Dávila Ortíz, investigadora de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

La especialista en Química de Alimentos indicó que el grave problema de salud pública que significan las afecciones cardiovasculares, la diabetes y la obesidad debe ser atendido desde el origen del padecimiento: el régimen alimenticio, que tiene que ser  balanceado, equilibrado, variado y suficiente.

“El aporte de las leguminosas a la salud es grande, ya que concentran varios nutrientes sin contenido de grasas saturadas como los alimentos de origen animal”, comentó la académica politécnica, al hacer un balance de estos alimentos, que forman parte importante de la dieta de los mexicanos.

Dávila Ortíz resaltó que el control y abatimiento de dichas enfermedades puede lograrse a través de legumbres como: lentejas, garbanzo, habas y frijoles, pues contienen hidratos de carbono, así como proteínas de origen vegetal que contribuyen a disminuir el colesterol sanguíneo; aportan vitaminas como complejo B, vitamina B1, vitamina B2, vitamina B3 y ácido fólico.

Señaló que las leguminosas contienen minerales como el potasio, magnesio, zinc, hierro y fósforo. Aportan fibra vegetal con características dietéticas, reducen el colesterol sanguíneo, combaten el estreñimiento, el sobrepeso y la obesidad, así como diferentes tipos de cáncer.

Datos del Instituto Nacional de Salud, indican que en México, durante las últimas dos décadas, la obesidad tuvo un incremento de más de 30 por ciento, padecimiento que en el mismo periodo ha provocado el deceso de cerca de 200 mil personas al año, convirtiéndose así en la tercera causa de fallecimientos en el país.

La gravedad de esta situación, dijo la bioquímica, tiende a agravarse por una creciente descomposición en el comportamiento alimenticio que ocurre en las grandes urbes, como la ciudad de México, toda vez que “el ritmo acelerado de vida propicia los malos hábitos en el comer, pues resulta más fácil abrir una lata o comerse una sopa instantánea que tomarse el tiempo para cocer los frijoles”.

Dávila Ortíz, quien coordina la línea de investigación Identificación de proteínas, péptidos y compuestos con actividad biológica en recursos vegetales, consideró un riesgo para la salud pública la paulatina disminución en la ingesta de frijol entre los mexicanos.

Según información de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), se consume cada vez menos frijoles a nivel nacional. En 1990, cada mexicano comía en promedio 18 kilos con 900 gramos, mientras que para el año 2008 cada ciudadano consumió sólo 11 kilos 900 gramos.

Al respecto la investigadora politécnica dijo que “es preciso realizar una amplia labor de conciencia entre la población sobre los riesgos que implica reducir la ingesta de legumbres, ya que podría disparar los casos de enfermos cardiovasculares y obesos, no sólo entre la población adulta, sino en jóvenes y niños”.

En el laboratorio de Química de Alimentos de la ENCB del IPN, se trabaja en la investigación de las propiedades y características de semillas, su concentración de proteínas y la concentración de los aminoácidos de dichas proteínas. Se analiza el aporte que tienen las moléculas llamadas péptidos, que son los responsables de un gran número de funciones sobre las proteínas.

Los péptidos, explicó la investigadora del IPN, al entrar en el torrente sanguíneo provocan diferentes actividades biológicas en el organismo humano y entre ellas están las funciones antihipertensiva, antioxidante, antimicrobiana y anticancerígena, que finalmente contribuyen a la disminución de la obesidad.

La doctora Gloria Dávila Ortíz puntualizó  que es necesario ampliar la información nutricional entre la población para propiciar una auténtica conciencia alimenticia, que conduzca a superar los vicios en el comer y revertir los problemas de salud que merman por igual a personas adultas como a los jóvenes y niños de nuestro país.

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