Es muy apreciado porque resulta un alimento muy sano, refrescante y de fácil digestión, y posee además notables propiedades medicinales derivadas de su composición.
En el apio se pueden diferenciar claramente dos partes, que difieren en su composición: en las hojas se encuentra el aceite etéreo de apio, la apiona, la inosita y una gran riqueza de sales minerales (potasio, sodio, hierro, manganeso y calcio). Entre las vitaminas podemos destacar la A, PP y C; y en el bulbo además del aceite etéreo, existen azúcares, almidón, pentosanas, colina, tirosina, glutamina, asparragina y vitamina B1 y B2 principalmente.
Propiedades del apio:
A su elevado contenido en aceite etéreo de apio es debido su efecto específico sobre los riñones, pues al ingerirlo los vasos renales se dilatan y aumenta por tanto la eliminación de agua, a la que acompañan los productos tóxicos del metabolismo orgánico.
Esto explica la eficacia de su empleo en los casos de gota, reumatismo, diátesis de ácido úrico con tendencia a la formación de cálculos y debilidad nerviosa y depresión anímica, que suelen deberse a una formación excesiva de ácidos en los tejidos.
El poder afrodisíaco que se atribuye al apio parece ser debido a que este aceite, contenido principalmente en las semillas y trono del apio, posee los efectos de hormona sexual, por lo que no es extraño que refuerce también dicha actividad. Al mismo tiempo el apio contiene también glucosalinas, que son hormonas análogas a la insulina, por lo que puede emplearse en los casos de diabetes para ahorrar consumo de insulina por parte del organismo del diabético, del cual es deficitario.
Su riqueza en sales minerales hace que sea un alimento alcalinizante y remineralizante de la sangre muy útil en casos de anemia y en los convalecientes y débiles.
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