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"La llave para la superación de conflictos sociales: la cooperación entre trabajadores y empresarios."
Tal vez el daño más grave que causó el marxismo en la humanidad ha sido implantar la idea de entender a la historia como lucha de clases. Esta cosmovisión que coloca a la “lucha” de seres humanos entre sí, englobados en categorías de análisis definidas por el observador, en el protagónico rol de “motor de la historia” resulta aún más perjudicial cuando permea en las mentes ajenas a las reducidas élites intelectuales que estudian el materialismo histórico y sus derivados de manera profunda, sistemática y completa.
En aquellos ámbitos en los cuales la realidad golpea más directamente y exige acciones concretas, toma de decisiones, planificación de estrategias y emprendimientos que afectan concretamente la vida de los individuos que conformamos el país, la región y el mundo, la transposición de la idea de “lucha de clases” lleva a operadores del sistema y responsables de la toma decisiones a una lógica nefasta: la lógica antagónica de “ganar/perder”.
Esta dinámica de las relaciones humanas determina que cada intercambio social generará indefectiblemente un “ganador” (por ejemplo, el trabajador) y un “perdedor” (Ej. el empresario). Además de resultar naturalmente agresiva, esta estructura de pensamiento tiene la potencialidad de retroalimentarse cíclica y negativamente, por lo que quienes hoy sean los vencidos, concentrarán fuerzas, serán más inflexibles y extremistas en su posición particular, y en un futuro seguramente torcerán la situación, erigiéndose esta vez en vencedores, implacables con quienes antes habían logrado imponerse de modo también intransigente.
La catástrofe a la que lleva ésta lógica en el largo plazo resulta evidente: los trabajadores organizados en los Sindicatos buscarán acorralar a los empresarios solicitando cada vez más beneficios aún a costa de exprimir las ganancias que eran el incentivo que llevó a la patronal a invertir y arriesgarse, y en el extremo usarán lisa y llanamente la extorsión para imponer su agenda; a su vez, los empresarios buscarán maximizar sus ganancias reduciendo “costos” laborales aún a costa de colocar a sus trabajadores en una situación de precariedad que los alejará del estado mental necesario para poder desarrollar su potencial productivo, creativo e innovador, y en situaciones extremas no dudarán en desconocer abiertamente los derechos laborales reconocidos por la legislación vigente.
Así vemos claramente que la idea de lucha, de guerra entre clases sociales entendidas como compartimentos estancos conduce a perpetuar las mismas estructuras de conflicto hasta el infinito y no ofrece una solución ni mucho menos un “modus operandi” satisfactorio para encarar los conflictos de intereses que pueden surgir entre individuos que momentáneamente cumplen roles distintos en la sociedad.
La idea de clases sociales resulta vaga y arbitraria. Nada impide que el asalariado, mediante el ahorro de parte de su salario o la toma de un préstamo, en sus momentos libres comience un emprendimiento empresario propio, además de cumplir su rol como empleado. En tal caso, que de hecho es muy común, el mismo individuo estaría incluido tanto en clase trabajadora como también en la clase empresaria.
De todos modos, más allá de aquellos casos en los cuales la divisoria de clases afecte la unidad del individuo, cabe preguntarnos de qué manera encontrar una solución cuando se enfrentan las visiones, intereses y preferencias entre ambos grupos que se categorizan como “clases sociales”.
La mejor forma será entonces desterrar el paradigma de lucha y la lógica del “ganar/perder”, para reemplazarlo por la lógica del Ganar/Ganar. Esta idea de larga data ha sido desarrollada recientemente como el “cuarto hábito” en la obra “Los siete hábitos de la personas altamente efectivas” de Stephen Covey, e implica una disposición mental y emocional para buscar y encontrar la posición mutuamente beneficiosa en todas las relaciones humanas.
La búsqueda de una alternativa que sea mutuamente beneficiosa, que implique una ganancia para ambas partes en “conflicto” generará una predisposición positiva y creativa, y asimismo generará una retroalimentación de crecimiento, reforzando los lazos de confianza mutua entre las “partes”.
Parece difícil, pero los beneficios a conseguir valen la pena el intento. Sólo basta con pensar en los enormes problemas que serían eliminados o evitados si todos nos comprometiéramos verdaderamente con esta forma de vida. Los empresarios que busquen el bienestar de sus trabajadores mediante una acción deliberada y consciente, procurando otorgarles un salario que no sea meramente de supervivencia sino que permita un pleno desarrollo personal de sus asalariados y evitando persecuciones, cambios inútiles, y caprichos surgidos más de su propio ego que de una real necesidad operativa, generarán una confianza que redundará en mayor productividad y mayor compromiso con el “proyecto común” de la empresa, por cuyo éxito bregarán todos.
Los trabajadores que actúen con racionalidad a la hora de negociar, que puedan comunicar sus inquietudes y necesidades teniendo en cuenta el bien común de la empresa, sabiendo que la participación en las ganancias en épocas de bonanza también exigirá ahorros extras en épocas de crisis, tendrán la plena confianza que superada la crisis, la situación se reestablecerá, las ganancias volverán a fluir, y que al final del camino, la victoria será compartida sellando un vínculo amistoso y virtuoso, con mayores perspectivas de crecimiento y desarrollo personal. Para ello, sin renunciar a la defensa firme y sólida de sus legítimos derechos, deberán erradicar para siempre la extorsión como forma de negociación, y también aquellas formas que provoquen deliberadamente daños para la empresa ni mucho menos daños o perjuicios a terceros.
En sintesis, los conceptos claves serán: cooperación, mentalidad “Ganar/Ganar”, confianza, flexibilidad y sinergía. La idea de lucha de clases, la lógica de guerra trasplantada a las relaciones sociales, la desconfianza y el recelo entre trabajadores y empresarios, entre lo público y privado, y entre muchos otros pares que se nos presentan como antagónicos, ha llevado a potenciar o negativo y destructivo en las relaciones humanas. Es nuestro deber y responsabilidad transmutar hacia lo benéfico, tomemos el compromiso de la creatividad, la confianza y la mentalidad de ganancia cooperativa. Adoptemos como regla básica de interacción social la ley del beneficio mutuo, la ley del todos ganan.
La catástrofe a la que lleva ésta lógica en el largo plazo resulta evidente: los trabajadores organizados en los Sindicatos buscarán acorralar a los empresarios solicitando cada vez más beneficios aún a costa de exprimir las ganancias que eran el incentivo que llevó a la patronal a invertir y arriesgarse, y en el extremo usarán lisa y llanamente la extorsión para imponer su agenda; a su vez, los empresarios buscarán maximizar sus ganancias reduciendo “costos” laborales aún a costa de colocar a sus trabajadores en una situación de precariedad que los alejará del estado mental necesario para poder desarrollar su potencial productivo, creativo e innovador, y en situaciones extremas no dudarán en desconocer abiertamente los derechos laborales reconocidos por la legislación vigente.