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La Esquina del Blues y otras músicas.

 

Hubo una vez un romance que comenzó hace muchos siglos, cuando la música árabe-andaluz se fundió con las expresiones sacras y profanas del Medievo. El fruto de esa unión fue exportado a América, en donde bajo el influjo del barroco y las manifestaciones autóctonas y de los esclavos africanos, tuvo a su vez una prolífica descendencia de sones y formas musicales que siguió creciendo y se enriqueció con el ir y venir a través del océano.

La música histórica que ha sido descubierta en manuscritos, las músicas que aún están vivas y que se han conservado y evolucionado a través de los siglos y que en la actualidad se manifiestan como son jarocho, huasteco y llanero, entre otras, así como sus respectivos instrumentos, continúan a través del tiempo reunidos en un abrazo musical que se extiende sobre quienes tienen la fortuna de escuchar su sonido.

El último domingo de abril, el público que asistió al Palacio de Bellas Artes atestiguó esta caricia musical que ofrecieron Jordi Savall con la Capella Reial de Catalunya, Hespèrion XXI y Tembembe Ensamble Continuo.

Fue un viaje que inició su recorrido desde lejanas tierras árabes y andaluces y cruzó el mar para llegar a las costas de Veracruz y Tamaulipas. La travesía comenzó con Folías Antiguas de 1492. Continuó con la unión de dos piezas, “San sanbeya, gugurumbé”, y de la tradición jarocha, el “Son de los negritos”. Luego, a modo de cumbes, “El cielito lindo”. Una “Romanesca & Passamezzo, otra danza cantada, y algunas piezas musicales como La Jota, continuada por el son de “María Chuchena”, improvisaciones en forma de canarios y hasta una chacona, algunas de ellas tomadas de las obras del autor español Santiago de Murcia.

Y mientras Jordi Savall, uno de los más destacados investigadores a nivel mundial de la música histórica tocaba su viola de gamba, le acompañaban en las voces en español antiguo y náhuatl, los representantes de la Capella Reial de Catalunya, agrupación creada en 1987 por Savall y su esposa Montserrat Figueras para la interpretación de la música de los Siglos de Oro.

En tanto el concierto seguía en su segunda parte con más sones jarochos, como “Los chiles verdes”, “El Balajú” con “Seguidillas en eco”;  llaneros con “Jácaras y “El Pajarillo” y de Tixtla, la “Guaracha: Ay que me abraso, ay” y “El Arrancazacate”, también se escucharon obras de Gaspar Fernandes, Pedro Guerrero, Gaspar Sanz, Antonio Valente y Juan García de Zéspedes.

Por su parte, los integrantes de Hespèrion XXI, grupo dedicado al estudio y la interpretación del repertorio hispano y europeo previo al siglo XVIII, hacían sonar un violone y otra viola de gamba, un arpa cruzada, una guitarra, diferentes flautas, chirimía, un sacabuche, precursor del trombón y percusiones diversas.

Al mismo tiempo los músicos de Tembembe Ensamble Continuo, abocados al estudio y expresión de la relación de la música barroca con la tradicional mexicana y latinoamericana, llenaban de sonido el Palacio de Bellas Artes con sus voces, diferentes jaranas jarochas y huastecas, guitarra huapanguera y leona, mosquito, violín, guitarra barroca y de son, una tiorba, el marimbol, un arpa llanera, una quijada de caballo, el zapateado como elemento percutivo y hasta unas simples maracas con las que ofrecieron una cátedra de ritmo que rompió la solemnidad del concierto para convertirlo en un fandango, en el que hasta la viola de gamba de la que siempre emerge la suave música antigua, con gran sonoridad entonó un huapango.

Luego del intermedio y mientras se cambiaba la cuerda rota de un arpa, Jordi Savall tomó la palabra para dejar un mensaje en recuerdo de su esposa, Montserrat Figueras, quien falleció apenas el 23 de noviembre del año pasado.

Como colofón a este concierto en el que España y México se fundieron en un abrazo musical, Jordi Savall recordó que los primeros marineros que llegaron con Cristóbal Colón se entendieron con los nativos y su música, y por ello escritores como Lope de Vega hablaban de la chacona, como “esta indiada amulatada” que vino a América y volvió con otra forma, y de esa mezcla de culturas surgió el gran repertorio que aún espera ser conocido.

 

 

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