La transición y el regreso del PRI a Los Pinos
Por Eduardo López
Hace 12 años, el mensaje de Felipe Calderón fue más de celebración por el proceso democrático, aunado a una gran cantidad de reformas, que dicho sea de paso durante su administración no se concretó la gran mayoría. El entonces Presidente Calderón basó su discurso inicial en tres ejes: empleo, política social y seguridad. En 2006 el escenario era distinto, pues la inestabilidad política que generó ese proceso electoral se vio manifestado en la atropellada toma de protesta panista, que incluyó la toma de la tribuna legislativa.
En este retorno del PRI a Los Pinos, el Presidente entrante Enrique Peña Nieto lo hizo por la puerta principal, quizá por el estado de sitio que se vivió en ese escenario legislativo. Esta toma de protesta se redujo a mantas y gritos; podemos decir que hubo civilidad política, no así social; la manifestación presuntamente del movimiento #132 con apoyo de Frente Popular Francisco Villa (FPVV) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación(CNTE) -principalmente-, para algunos fue una represión a la manifestación de las ideas, que es un hecho es que esa manifestación de las ideas nada tiene que ver con la violencia, nada tiene que ver con los destrozos que en propiedad pública o privada se haga, tal como se vivió el fin de semana pasado. Por otro lado, las capacidades de los integrantes del Gabinete presidencia, tendrán que ponerse a prueba, hemos visto viejas caras, viejos lobos de mar rondando el equipo de trabajo, y como se ha ventilado en los medios forman parte de su grupo más cercano de colaboradores: el viejo priismo; ex gobernadores que no han brillado por su desempeño en el interior; o bien que han tenido relación con personajes clave en corrupción. (Vértigo Poítico, 2.12.2012).
El Pacto por México, no es nada nuevo, en otros episodios de la historia de México varias administraciones han tenido iniciativas similares para sacar adelante al país y que por supuesto no han dado los resultados anunciados. Habría que analizar concienzudamente el reacomodo una vez que se lleven a cabo los cambios propuestos en las iniciativas que forman parte del pacto. El jefe del Ejecutivo número 66, Enrique Peña Nieto declaró que esas iniciativas son importantes para el país; sin embargo, “si no se concretan en objetivos específicos, que fueron estas decisiones presidenciales, quedan en el aire”. Esos objetivos son: transformar a México en una sociedad de derechos; fomentar el crecimiento económico, el empleo y la competitividad; lograr la seguridad y justicia; incrementar la transparencia para combatir la corrupción y perfeccionar las condiciones para una gobernabilidad democrática. Este pacto fue firmado por dirigentes de PAN, PRI y PRD. (Proceso, 2.12.2012)
Ese documento hasta el día domingo aún pasó por modificaciones en materia de reforma educativa, en telecomunicaciones, y ley nacional de responsabilidad hacendaria y deuda pública, para las entidades federativas y los municipios; lo cual no es garantía de su cumplimiento, como la historia se ha encargado de demostrarlo. (Milenio Diario, 2.12.2012).
Ese acuerdo político nacional tendría como propósito esencial la reubicación de los poderes financiero, mediático y sindical a su papel de intermediarios y no como los mandamases actuales. Si eso es posible, eso empareja el terreno no sólo en la economía, las telecomunicaciones o los sindicatos, sino en la política general del país.
A diferencia de otros procesos de transición presidencial, la cesión de poder del ex Presidente Calderón al entrante Enrique Peña Nieto, fue “muchísimo más tersa”, aún a diferencia del cambio de gobierno entre mandatarios del mismo partido, a pesar de las muestras de inconformidad, tanto al interior como al exterior, del recinto legislativo de San Lázaro.
Aunque la economía mexicana es sumamente sensible, El Presidente entrante reconoce la disponibilidad de liquidez internacional que es tres veces superior a la que se tuvo en la crisis de 2008 y 2009, así como con el apoyo que da la flexibilidad en el tipo de cambio, en resumen se recibe una economía estable.
Del Presidente sabemos que de sus modales y de su método hay más datos que de su pensamiento, aunque hay quienes dicen que es un hombre culto y que lo de los tres libros impronunciables en la FIL de Guadalajara fue una traición de la memoria, una presión del momento; otros aseguran que su ingenuidad es deliberada, que asesta cuando lo tiene que hacer, y asume riesgos inauditos en el momento preciso. Se dice que se asume en dos momentos distintos, el de candidato y el de Presidente, y que por eso, sería capaz de romper incluso con algunos de sus aliados, no sólo por una convicción democrática -que no conocemos-, sino por una obligación del momento para recuperar poder y para conseguir la anhelada credibilidad que los presuntos “millones de pesos no pudieron comprar”. (Javier Corral Jurado 3.12.2012)
Enrique Peña podría ser un Presidente que consolidará realmente la transición democrática y empujará a México a la modernidad política y al crecimiento económico, si además de hacerse de la Presidencia de la República, se hace también del poder, y luego decide someter este a acotamientos y controles constitucionales y no a las presiones y chantajes de los poderes fácticos. Reconstruir el andamiaje del Estado ese sería el reto.