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Lanzan revista científica internacional bajo la dirección de Julián Mora Aliseda

El distinguido Profesor Doctor Julián Mora Aliseda, Presidente del patronato del parque de Monfragüe comparte con el debido  beneplácito el lanzamiento de la revista científica Monfragüe Desarrollo Resiliente

Esta revista se gesta en el ámbito académico y bajo el patrocinio del Gobierno de Extremadura. El nombre de esta publicación científica se debe a la presencia en este territorio del Parque Nacional de Monfragüe, que se erige como el espacio natural más representativo del Bosque Mediterráneo en la escala mundial. Desde el Patronato de dicho Parque, y con la participación de numerosas instituciones académicas iberoamericanas, se ha dado nacimiento a una Revista de carácter científico cuyo principal tópico de análisis es el nuevo concepto acuñado en la última Cumbre de Rio + 20, el desarrollo resiliente.
Esta revista, que contará con una amplia difusión internacional, pretende convertirse en un espacio abierto de reflexión y debate rigurosos, para quienes pretenden adentrarse en el estudio del desarrollo resiliente. Se recogerán ideas, tanto en forma de ensayos como artículos producto de investigaciones, que tengan por finalidad darle al concepto de desarrollo resiliente, tangibilidad y operatividad.
Entendemos que la actual problemática mundial de desigualdad en el acceso y uso de los recursos naturales, así como la necesaria gestión inteligente de los mismos, especialmente en zonas de gran biodiversidad y espacios protegidos nos obliga a embarcarnos en el impostergable reto de darle significado práctico al nuevo concepto de desarrollo resiliente. Sobre estos principios, aplicados a la planificación y gestión territorial, desde la óptica ambiental, económica, social, jurídica y política, se aspira a crear un semillero permanente de ideas y de propuestas, en un marco científico transdisciplinar, que sea funcional para el fin último de conseguir una compatibilidad entre el necesario desarrollo socio-económico y la preservación de la naturaleza.

A continuación las palabras de presentación a la Revista por parte de Don Julián Mora Aliseda,

Algunas consideraciones sobre la resiliencia

En la revista que presentamos nos interesa indagar sobre los alcances científicos y su aplicación a las diferentes políticas públicas y actuaciones privadas del concepto de “resiliencia“, especialmente con relación a la temática ambiental y del papel que las diferentes comunidades humanas y los ecosistemas cumplen en la interacción sociedad-naturaleza.


La Cumbre de Río de 1992 adoptó el concepto de Desarrollo Sostenible, literalmente tomado del Informe Brundtland (1987) que tiene su origen en el libro “Nuestro Futuro Común”, en el que se plasma el primer intento político de eliminar la confrontación entre desarrollo y conservación. Presentado por la noruega Gro Harlem Bruntland en la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU, el documento se enfocó sobre el análisis de la situación mundial en la década de los años 80, y denunció que el camino que la sociedad global había tomado estaba destruyendo el ambiente, sin conseguir corregir la vulnerabilidad de muchos grupos sociales residentes en el Tercer Mundo.


El objetivo del informe era procurar un conjunto de políticas realistas para paliar los problemas ambientales y generar desarrollo económico. En definitiva, venía a insistir en lo que ya enfatizó el Club de Roma (1968), a través de la Academia Aurelio Peccei, que en un mundo finito no podía existir un crecimiento económico infinito, augurando que en el año 2000 se habrían agotado muchos recursos naturales (bosques en los países desarrollados y escasez de agua) y fuentes energéticas (gas y petróleo), y en la población mundial, al aumentar enormemente, aparecería una mayoría excluida de los avances y con problemas de alimentación que conduciría a un cataclismo global, plasmándose todo, en el fin del sistema capitalista como modelo productivo. Cosa que no ha llegado a  ocurrir, pues en los escenarios futuristas nunca se puede prever el positivo avance de la tecnología como correctora de los desequilibrios.


Así pues, hasta ahora los pronósticos tan fatalistas no se han cumplido ninguno, y eso que ya empezaron con Thomas Malthus, cuando publicó su Ensayo sobre el principio de la población (1798), donde predijo que la población aumentaría con más rapidez que el suministro de alimentos, dado que la primera experimentaría una progresión geométrica mientras que la producción agraria de alimentos lo haría en progresión aritmética, y ello conduciría inevitablemente hacia una catástrofe que desembocaría irremisiblemente en la extinción de la especie humana allá por 1880.


En este sentido también alarmista, Brundlant exhortaba a la sociedad para orientar sus preocupaciones sobre la protección ambiental, que debía dejar de ser una cuestión nacional o regional para convertirse en un problema global. Todo el planeta debía trabajar contra la degradación del momento. Asimismo, apuntó que se debía dejar de mirar al desarrollo y al medioambiente como si fueran temas separados. El Informe indicaba que ambos van unidos de la mano.


Asimismo, el citado documento, señalaba que el desarrollo dejaba de ser un problema para los países “pobres”, pues ya no tendrían que copiar el modelo de los “ricos”, pasando obligatoriamente de la agricultura hacia los procesos industriales que tanta degradación natural generaban, y por ello unos y otros deberían unirse en la búsqueda de un nuevo camino. Bajo esas premisas alcanzó un éxito extraordinario el concepto de Desarrollo Sostenible o Sustentable definido como “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer el uso de los recursos naturales para cubrir las necesidades de las futuras generaciones”. Esta falta de concreción y de contenido práctico, pero muy romántica, hizo que se incorporara sin cuestionamientos a todos los programas de la ONU y sirvió como filosofía y eje estructurarte a la mencionada Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro (Brasil, 1992).


El hecho de que los vaticinios no se cumplieran, ya que los recursos no se han agotado, sino que se han descubierto más reservas de energías fósiles, y que la población aumentara más de lo previsto (7.200 millones, en 2012), así como que con la globalización y la “revolución verde” en la agricultura, el hambre y la pobreza se hayan reducido sustancialmente en números absolutos y porcentualmente, llevó a muchos países más atrasados a criticar el concepto de sostenibilidad que les imponía restricciones a sus expectativas de industrialización y desarrollo social.


Del mismo modo, el hecho de que el anunciado y temido aumento de las temperaturas derivado del “Cambio Global” producido por las actuaciones humanas no se haya concretado en los últimos decenios, y que muchos datos climáticos hayan sido intencionadamente alterados para conseguir más ayuda gubernamental internacional, está haciendo dudar cada día más de la supuesta “objetividad científica” cuando hay tantos intereses involucrados.


Por todo esto, en la última Cumbre de Rio celebrada en Junio de 2012, aparece con fuerza el concepto de Desarrollo Resiliente, que permite establecer indicadores más objetivos y extrapolables de unos países a otros, frente al criterio anterior de dominación de la perspectiva ambiental sobre la social y la económica, más acorde con las necesidades y prioridades de los países en vías de desarrollo.


¿Pero qué implica la “resiliencia”? 
Sobre este concepto existen varias definiciones centradas en el campo de las ciencias sociales y naturales. En esta revista, nos interesa publicar artículos que traten de indagar sobre sus alcances conceptuales con relación a la temática ambiental y el rol que los territorios (urbanos y rurales) y los ecosistemas cumplen en las interrelaciones dinámicas sociedad-naturaleza. Analizar cómo estas interacciones influyen en el grado de resiliencia de los ecosistemas, los medios, la tecnología, las instituciones y las condiciones de vida de las comunidades locales y sus posibilidades de un desarrollo inteligente.


El término “resiliencia deriva del latín resiliens,entis, que significa “que salta hacia arriba”, aceptándose genéricamente como equivalente a “elasticidad”. También, otra acepción del término proviene del campo de la física, al referirse “a la capacidad de un material de recobrar su forma original después de haber estado sometido a altas presiones”. Por consiguiente, con el paso del tiempo esta definición se extendió -por analogía- al ámbito social, definiéndolo en forma general como la facultad humana que permite a las personas cuando atraviesan situaciones adversas superarlas, e incluso salir transformadas positivamente y reforzadas por la experiencia acumulada”.


Llegados a este punto, la resiliencia en su enfoque territorial o socio-ambiental requiere del establecimiento de relaciones dinámicas y a escalas mayores entre los sistemas económicos y los ecológicos, para así asegurar que la vida humana continúe en forma permanente y de acuerdo a la diversidad de culturas que existen, y donde, por consiguiente, los efectos de las actividades antrópicas no rebasen límites ambientales que destruyan o minimicen la diversidad, la complejidad y las funciones propias de los ecosistemas prístinos o transformados: agro-sistemas o ecosistemas urbanos, donde la estabilidad ecológica no es un estado fácil de definir ni de medir, por lo que es la propia resiliencia de la estructura sistémica la que debe de ser sostenida en el tiempo, para avalar su capacidad de equilibrio y estabilidad a largo plazo, que es lo que se pretende. Por ello, los impactos humanos que claramente reduzcan la estabilidad y su dificultad para volver al estado original han de ser evitados en la medida de lo aconsejable.


Hasta ahora, en la “sostenibilidad” se incorporaban indefectiblemente las tres dimensiones de la interrelación: economía/desarrollo, sociedad/equidad y ambiente/conservación natural. Pero con la Resiliencia, aplicada en el campo ambiental y social, se abre paso como un indicador de las posibilidades de mayor comprensión en los procesos de diagnóstico y, por lo tanto, en la caracterización sistémica de las dinámicas en las diferentes escalas territoriales (global y local): las interrelaciones e intercambios complejos y múltiples entre los sistemas sociales y  los ecosistemas naturales, sus amenazas y sus oportunidades.


Consecuentemente, desde esta perspectiva del debate y aplicado a la ordenación territorial es como se deberán generar y coordinar asuntos de planificación concertada entre diferentes agentes y con distintos intereses, siempre asumiendo la participación social como elemento clave para una gestión inteligente del espacio geográfico (transformado o no) en el medio y largo plazo.


El debate está servido y esta revista “Monfragüe Resiliente” pretende erigirse como foro científico internacional para generar y debatir ideas, teorías y modelos científicos que puedan ser trasladados al conjunto de la sociedad y cuyos resultados sirvan como herramienta de apoyo en la toma de decisiones que los responsables políticos y empresariales tienen que tomar día a día. Si en algo contribuimos a mejorar y aportar ideas y soluciones para lograr la necesaria compatibilidad entre desarrollo y conservación habremos cumplido nuestros objetivos.


Por último, sólo me resta agradecer a nuestros patrocinadores, muy especialmente al Gobierno de Extremadura, y colaboradores el esfuerzo realizado para que esta publicación sea una realidad y en breve un referente académico y científico. A todos, mi gratitud más sincera.

Profesor Doctor Julián Mora Aliseda
Director de la Revista

Llamada abierta a contribuciones en la Revista Monfragüe:

Comunicamos a investigadores, científicos y docentes que “Revista Monfragüe: Desarrollo Resiliente”, se encuentra abierta a contribuciones que desde la óptica de distintas ramas de la ciencia como la geografía, la sociología, el urbanismo, la ordenación del territorio, el derecho, la economía, la biología, las ciencias forestales, las ciencias ambientales, la geología etc. promuevan la visión de un desarrollo humano y ambiental resiliente. La finalidad de la convocatoria es difundir los trabajos científicos que provengan de distintas disciplinas pero persigan el mismo objetivo, promover el desarrollo resiliente de las ciudades, de los espacios naturales y del medio ambiente en general.

Se aceptarán trabajos redactados tanto en inglés, como castellano y portugúes, dentro de los tipos de contribuciones que publica la revista.

Se le solicitará al autor, que acompañe al artículo, un resumen de su Currículum Vitae.

 

 

 

 

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