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Discurso pronunciado por la Directora General de la Lotería Nacional para la Asistencia Pública, María Esther Scherman Leaño

Distinguido licenciado Guillermo Padrés Elías, Gobernador Constitucional del estado de Sonora; Senadora Ana Gabriela Guevara, Campeona Mundial  y Medallista Olímpica homenajeada esta noche; Don Luis Mena Campos, Director General de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte; Don Jesús Mena Campos; Don Serguéi Bubka, Campeón Olímpico y Mundial, Don Raúl Barreda, entrenador de nuestra homenajeada; y Don César Octavio Guevara, padre de nuestra homenajeada.

Distinguido amigo de muchas batallas y Senador ahora, Don Manuel Bartlett Díaz; Senador Marco Antonio Blásquez; y señor Olegario Vázquez Raña, gracias por estar con nosotros.

El placer de perseguir y trabajar para conseguir un sueño, no se encuentra en la meta, el mayor placer se produce cuando se aprende durante el camino. Gracias por acompañarnos en este que es nuestro escenario, que ha sido testigo de tantos y tantos acontecimientos, por ejemplo, aquí el gobierno del Presidente Miguel Alemán, el primero de septiembre de 1950, se dio lectura al IV Informe, y durante 243 años, la Lotería Nacional ha distribuido millones de pesos en premios a través de los diversos sorteos que celebramos.

Estar aquí, distinguidos invitados, auditorio, compañeros directivos de la Lotería Nacional gracias por acompañarnos, estar aquí significa llegar a la casa donde se hacen realidad los sueños, La Casa de la Suerte y la Alegría, sean todos bienvenidos a esta que por su puesto es su casa, la casa de los mexicanos.

El día de hoy nos reúne un ser excepcional, una atleta que puso metas muy altas y que con mucha perseverancia y actitud y gran tesón, las fue consiguiendo cada una de ellas, nuestra invitada de honor a demostrado que la constancia es uno de los valores más importantes en la vida, porque a costa de intentar una y otra vez, de tropezar y levantarse es como ha dejado una huella imborrable en la historia del deporte nacional.

La saeta de Sonora, es un ejemplo de fuerza y coraje, valores que la han distinguido a lo largo de su trayectoria; fuerza, porque se requiere de un gran espíritu de sacrificio para imponerse una férrea disciplina física, que como a ella, le dio capacidad para llevar al límite de la resistencia el cuerpo y coraje, para destacar en un deporte individual a diferencia de los de conjunto.

Esto, sabemos todos, constituye un gran mérito que debe reconocerse, alguien dijo que al vencer sin obstáculos, se triunfa sin gloria, y fue precisamente una lucha constante contra factores adversos lo que hizo de Ana Gabriela Guevara una verdadera campeona en el deporte y ahora en la vida.

Su lista de triunfos será difícil de superar, sin embargo, el gran ejemplo que nos brindó al ganar una competencia de talla mundial, en un deporte en donde México no aparece como los favoritos, nos brinda la enseñanza de que no existen barreras que puedan contener el embate de la persistencia y la sed de triunfo.

Con Ana Gabriela Guevara no existen la medias tintas, ni el ya merito, con el temple que brinda un deporte que requiere la conjunción de muchos factores, la concentración mental, la disciplina, la constancia, la preparación física, demostró que las metas pueden ser alcanzadas, siempre y cuando exista voluntad para trascender más allá de nuestros obstáculos internos.

Estamos seguros, lo hemos constatado con el auditorio que hoy nos acompaña que Ana Gabriela continuará siendo una fuente de motivación, no solo en el deporte, sino en todas las actividades que se decide realizar.

Hoy le brindamos en la Lotería Nacional este merecido homenaje porque deseamos que las nuevas generaciones de deportistas y de ciudadanos, retomen su ejemplo, que no se conformen, ni se detengan aún cuando el camino sea complicado o se vislumbre como difícil de conseguir.

2 millones 400 mil cachitos, así les llamamos, cachitos, rodaron por todo el mundo, por todo el país, ojalá fuese por todo el mundo, que nos permiten hoy reconocer a una mexicana ejemplar, que sí asombró al mundo con su destreza, disciplina y porque no decirlo, con su gran velocidad.

Cuando la veíamos competir, estamos seguros que no tenía pies, que tenía alas, que su velocidad iba más allá de lo que podíamos imaginar, hoy quisiéramos tener todos, las alas de Ana Guevara para seguir corriendo en la vida, hasta como ella lo hizo, alcanzar la meta.

 

Muchas gracias.

lotenal.gob.mx

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