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Dietas… ¿de fantasía?

Tienen nombres tan particulares como “La dieta de Dios”, “La dieta de la sopa de repollo”, “La dieta del helado”, “La dieta de los abdominales”, “La dieta de la crema de maní”, “Dieta para los amantes del vino y la comida”; y así, listas interminables de libros y “recetas mágicas” que nos prometen nuestro peso ideal, y peor aún, nuestra salud óptima.

Pero a pesar de este bombardeo de dietas que “SÍ funcionan”, vemos cada vez más adultos y niños con problemas de sobrepeso y obesidad… en las calles, en nuestras casas… ¿Por qué, si existe tanta información, esta pandemia sigue en ascenso?

Según la Organización Mundial de la Salud en su informe sobre Estadísticas Sanitarias Mundiales 2013, “la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, y cada año mueren, como mínimo, 2,6 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso”. Además, enlista a la obesidad como uno de los factores principales que elevan el riesgo de padecer enfermedades crónicas -tales como la diabetes y la hipertensión-, enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer.

Entonces, ¿qué estamos haciendo mal?, ¿por qué la píldora maravillosa no nos funciona?, ¿por qué nos matamos de hambre y aun así aumentamos de peso?… ¡Porque las dietas NO funcionan!

El secreto parece estar en la bioindividualidad. El alimento de uno, puede ser el veneno de otro. Nos han vendido una panacea universal, sin tomar en cuenta edad, género, actividad diaria, cultura y demás particularidades. Tampoco toma en cuenta nuestros “antojos”. El cuerpo no se equivoca; cuando tiene deseos de comer algo en particular (dulces, grasas, frituras, etc.) es porque necesita algún nutriente y hemos aprendido a responder a esas necesidades desde el paladar, no desde la consciencia.

Ahora bien, ¿qué funciona? Desde siempre, los seres humanos -como otras especies-, hemos sabido qué comer, pero hemos perdido esa sabiduría a manos de la publicidad y el comercio. Aprender a escuchar nuestro cuerpo es el inicio de una vida más saludable. Algunos son saludables comiendo productos animales, mientras que otros se sienten mejor con hábitos vegetarianos o veganos. Unos demandan productos macrobióticos, mientras que otros apelan a una alimentación cruda. Nada de lo anterior es correcto o incorrecto. Cada uno debe experimentar en su propio laboratorio: su cuerpo.

Comience por notar cómo se siente cada vez que come: ¿aletargado?, ¿energizado?, ¿satisfecho?, ¿inflamado?, ¿qué alimentos le atraen y cuáles no?, ¿qué emociones, sensaciones o recuerdos le provocan ciertos alimentos? Segundo, ¡adicione! Para retomar su peso y su salud no cambie –de inicio- sus hábitos alimenticios (tal como lo sugieren todas las dietas “de moda”); empiece por sumar: ingiera más agua, más frutas frescas, más vegetales verdes, más verduras dulces. Con estos simples pasos, notará cómo su cuerpo comienza a adecuarse a sí mismo. ¡Dese la oportunidad de recobrar esa intuición de saber qué es beneficioso para usted y tome el control de su peso y de su salud!

 

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