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¿No que la luchas son de a mentiras?

Por Ricardo Guzmán

Mundodehoy.com.- ¡Ah, méndigo Rey Misterio Jr., pensó que la cosa era en serio! Y que le aplica tremendo patín al Hijo del Perro Aguayo y que me lo desnuca contra las cuerdas.

La muerte del hijo del Perro a manos de otro junior, muestra no sólo el relevo generacional que incluso ha formado circuitos en México, como el de la IWRG, gran empresa donde el mayor porcentaje de luchadores estelares son hijos de figuras legendarias y en donde maestros del llaveo siguen dando cátedra: baste ver un mano a mano del Negro Navarro con Solar o Black Terry para comprender cómo es la real lucha a ras de lona. Gracias a estos circuitos que apenas entran a la televisión, persiste esa veta del pancracio nacional. Y ni mencionar familias enteras (como los Alvarado) dedicadas a la lucha libre.

El hijo del Perro formaba parte de una verdadera élite de la lucha libre, pero no tanto por su capacidad personal como luchador, sino por tener la visión para liberarse del yugo de las grandes empresas y ser un completo luchador independiente, primero; luego para formar su propia franquicia, “los perros del mal”, en la que incluyó a cualquier cantidad de luchadores taquilleros para forzar a los empresarios a tomarlos en cuenta, visto el buen arrastre con el público que encantado se pone sus playeras y sudaderas (mismas que, podemos apostar, también eran promovidas por Perro Jr.); y, finalmente, para hacer su empresa con la que compitió con quien quiso y que le permitió luchar donde le dio la gana.

El triunfo del hijo del Perro no puede ser desligado de la figura genial del portentoso Perro Aguayo, quien con la marcha de Zacatecas pisó todos los escenarios importantes del mundo, sufrió cualquier cantidad de operaciones y al que le achacamos tener la visión de hacer de su hijo un luchador popular, con estudios para mirar más allá de las luchas estelares y cacumen para formar su empresa y su franquicia. El Perro padre mostraba sus terribles cicatrices con orgullo: sólo le faltó llegar al cine para haberse catapultado a los lugares que unos pocos tienen para la eternidad, pero tuvo la dicha de ver a su hijo convertido en figura mayor del pancracio.

La figura del hijo del Perro es de tradición: con casi 20 años luchando y con la oportunidad para llegar y quedarse en las luchas estelares, se pueden nombrar muchas peleas importantes que ganó, varias máscaras y cabelleras que obtuvo, pero poco se hablará de su capacidad de llaveo o de ser un luchador aéreo propositivo. Sus principales habilidades a la hora de enfrentar rivales como el Místico, el Cibernético y muchos fueron la marrullería y el contacto con el público, que no es poca cosa. De ahí que la empresa donde tenía varios años siendo uno de los estelares optara por la lucha-espectáculo: subían mesas de conglomerado para romperlas con los oponentes u objetos varios para golpearse para agradar al público (eso sí, con el mayor cuidado: todos eran compañeros de empresa). Pocas luchas le serán recordadas por el intercambio de llaves, a diferencia de otros juniors de segunda generación, como los Traumas, el hijo del Santo y otros, capaces de combinar la sed de sangre con el movimiento elegante y estudiado.

Como la AAA, donde el Perro Junior solía estelarizar funciones, hay otras empresas con estilos definidos. La televisada CMLL se ha decantado a la lucha aérea con la menor cantidad posible de sangre (si no hay, mejor), con figuras como el Místico, que en su momento hizo furor y llevó a varios villamelones a tenerlo como el Santo de esta generación; popularidad que ha llegado a su justo nivel, pues sus seguidores le son fieles, pero en menor número. También están las empresas donde la sangre y la llave van de la mano, como la IWRG, que ha puesto a la arena Naucalpan en el mapa nacional. O las luchas extremas (DTU): alambres de púas en las cuerdas (luego conectados a la corriente eléctrica, por si hay escépticos), engrapadora para la cara, vidrios y tachuelas en la lona y lances similares, como aventarse del segundo piso para planchar a los rivales (les atinen o no).

La popularidad del empresario Perro Jr. colocó su fallecimiento en medios que suelen no hacer caso de este deporte que debería tener más atención mediática, tanto por la decadencia de ídolos en otros negocios: Canelo, Chávez Jr., Barby, Travieso y más; como por el ascenso irreversible de grandes Luchadores de todos los estilos, edades y empresas. La muerte del Perrito va más allá del referente televisivo. 

Como un último triunfo, el hijo del Perro dará primeras planas, de nuevo, para el deporte al que dedicó y ofrendó la vida: sucumbió ante cámaras, en plena lucha, y, dicen los médicos, se fue de manera instantánea: murió como los grandes y, sólo por eso, jamás será olvidado.

*Ricardo Wolffer Es definitivamente un tipo muy peculiar, por no decir raro; le gustan las películas de El Santo El Enmascarado de Plata, va frecuentemente a las luchas, (se puede tardar hasta una hora para conseguir el autógrafo  de su luchador  preferido, siempre enmascarado y después irse con sus hijos a echar el taco). Esto no tendría nada de raro, a no ser porque es también un devorador de libros, que lee con deleite a Dickens, (uno de sus autores preferidos) así como los clásicos rusos, a la par de las historietas ilustradas de todos los tiempos, amante de vampiros, zombis y fundamentalista de la ciencia ficción,  amén de ser un reconocido jurista y raquetbolista  de media hora, masca chicle y de vez en vez viaja en metro de tenis y lentes obscuros para ir a conseguir películas de arte a los más insospechados rincones capitalinos. Ah! y por si fuera poco, también es el creador del héroe (encapuchado no faltaba más) de la tira cómica Rabaman.  Conoce más de Ricardo Wolffer colaborador de estas páginas.

 

                


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