Salud

Avances en el tratamiento del dolor

LaSalud.mx .-El doctor José Agramonte, director médico para México, Centroamérica y el Cribe de Grünenthal, dio una entrevista para la revista Tamiz Informativo de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica, A.C. (AMIIF) en la que resaltó que el dolor crónico afecta a 10% de la población a nivel mundial.

Aunque la investigación sobre el tema ha revelado importantes hallazgos, las personas que se ven afectadas por él siguen teniendo un acceso complicado al diagnóstico y un tratamiento oportuno. La formación del personal sanitario y la innovación biofarmacéutica son algunos de los caminos por los que se busca hacer frente a esta necesidad no cubierta.

El dolor es “una experiencia sensorial desagradable que obedece generalmente a un daño o a una lesión de nuestro organismo. Una de las características importantes para evaluar el dolor es su intensidad. La otra es la duración: el dolor que se presenta por menos de tres meses se considera agudo, y más allá de tres meses se considera crónico. El dolor agudo es un mecanismo innato que tenemos para protegernos ante un estímulo que causa daño. El dolor crónico no tendría una verdadera razón de existir, pero existe. Muchas veces obedece a que hay un daño en el sistema somatosensorial, el que recoge la información sensorial del cuerpo. El dolor tiene mucho que ver con cada individuo, tiene un componente emocional. Depende del umbral de cada persona, y este umbral puede variar según el estado de ánimo: no es lo mismo que me dé dolor si estoy deprimido a que me dé cuando estoy alegre. También tiene que ver con la cultura; hay culturas donde aguantar el dolor es normal”, refirió el especialista.

A nivel mundial, 10% de la población está afectada por una condición de dolor crónico. En México, según las estadísticas de los diferentes grupos de mayores de edad y de diferentes instituciones, se estima que 27% de la población sufre de dolor crónico. Estamos hablando de alrededor de 32 millones de mexicanos. La prevalencia más alta de esta enfermedad se encuentra en las personas mayores de 50 años; un poco más del 40% lo padecen. Es decir, es una enorme necesidad no cubierta y un problema no resuelto.”

Durante años, el dolor fue considerado un síntoma. Esta concepción ha ido evolucionando y ahora sabemos que el dolor puede ser considerado una enfermedad, un daño o un trastorno de la estructura o función de un ser humano. También ha evolucionado la forma en que se entiende cómo se produce el dolor. Antes hablábamos de dolor nocioceptivo, que es el que se activa frente a un estímulo, y dolor neuropático, que es causado por el daño o la disfunción del sistema nervioso periférico o central. Ahora se habla de otros tipos de dolor, como el dolor mixto o el dolor nociplástico, en el cual los receptores de dolor se activan, aunque no hay un tejido dañado. Entender estos procesos es importante para poder desarrollar moléculas que cubran las diferentes vías por las que se produce el dolor. Se ha entendido además que el tratamiento del dolor debe ser integral, no solamente farmacológico: debe contemplar el apoyo psicoemocional del paciente, la rehabilitación, las terapias alternativas,” entre otras.

En el caso de los pacientes que sufren dolor crónico, el doctor Agramonte refiere que su calidad de vida se ve afectada como consecuencia de su padecimiento. “Se sabe que 65% de los pacientes con esta enfermedad tienen problemas para dormir; 54% reportan ser menos capaces o incapaces de hacer las tareas domésticas; 30% tienen dificultad para mantener un estilo de vida independiente; 27% tienen dificultad para relacionarse, lo que los hace sentirse socialmente solos y aislados. Dejan de trabajar, pierden la relación con la familia, con los amigos. El dolor también afecta la economía de los países debido a que causa hasta 30% de las ausencias laborales médicamente certificadas, las cuales suelen durar más de dos semanas en algunos países. Además, es un factor asociado con la jubilación anticipada por discapacidad. Entender que el dolor no es un síntoma, sino una enfermedad, permite mejorar la calidad de vida del propio paciente y ayudarlo de manera óptima. Por eso hoy se habla de tratar al paciente que tiene dolor desde una perspectiva biopsicosocial, no solamente desde la parte biológica.”

Por ello, “las estrategias terapéuticas farmacológicas manejan el dolor según la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se hizo en función del dolor oncológico, pero se extrapola a muchas otras formas clínicas de tratar el dolor. Esta escala divide el dolor en tres niveles: leve, moderado y severo. Existen fármacos con distintas potencias, que se utilizan según la intensidad del dolor, ya sea solos o combinando diferentes mecanismos o estrategias para garantizar mejores resultados, en lo que se conoce como manejo multimodal del dolor. Hay otras estrategias que son no farmacológicas, como las que usan los especialistas en intervencionismo, y muchas de ellas tienen efectos satisfactorios en el paciente. Por ejemplo, el bloqueo del ganglio.

Además, el tratamiento se debe asociar con la rehabilitación. El ejercicio físico es parte de las estrategias para manejar el dolor. Los especialistas en rehabilitación, de acuerdo con el estadio o la etapa donde está el paciente, tienen que establecer una metodología, un objetivo de tratamiento.”

Para cumplir los objetivos en cuanto a la innovación farmacéutica contra el dolor, el especialista explica que “hay diversas estrategias. Algunas compañías están trabajando en terapias de tipo biotecnológico, como son las células madre pluripotenciales, que tienen la capacidad de regenerar hasta cierto nivel un tejido. Por ejemplo, en un paciente que tenga una enfermedad degenerativa de un disco intraarticular en la columna, se puede inyectar ese disco con esas células y lograr que se regenere en cierta medida. Esta es una terapia que puede reemplazar a la cirugía y mejorar la calidad de vida del paciente por un periodo prolongado.”

También hay un anticuerpo monoclonal para el dolor de cabeza con característica de migraña, y se busca hacer con él prevención o profilaxis. Es una terapia biológica que se administra al individuo para prolongar los espacios entre una crisis y otra. Es una estrategia que se persigue para los pacientes que tienen una condición crónica. Otra es el tratamiento tópico, que se administra a través de la piel en el lugar donde se produce el dolor. Así se puede tratar a algunos pacientes sin necesidad de darles un medicamento sistémico, o al menos se puede reducir su uso. Hoy se estudia con mucho énfasis la capsaicina, la sustancia asociada con el picor de los chiles y que también disminuye la sensación de dolor. Se ha usado para tratamientos oncológicos desde hace muchos años, pero hoy se explora como una nueva forma de abordar el dolor en una localización específica. También se ha buscado simular lo que hacen los esteroides. Los receptores de glucocorticoides son fármacos que no tienen efectos adversos tan severos como un esteroide utilizado a largo plazo –que en ciertas condiciones crónicas es necesario usar–, y tienen la misma eficacia y el mismo beneficio para el paciente. La evolución e innovación va en ese rumbo: buscar mecanismos de acción que mejoren la calidad de vida de las personas, garanticen la seguridad del paciente y reduzcan la polifarmacia. Además, que prolonguen el tiempo entre una administración y otra, y que se puedan combinar con las terapias que no son farmacológicas.”

Las barreras para alcanzar estos objetivos en un corto plazo son múltiples: “la primera es que no todos los médicos estamos preparados para manejarlo de una manera adecuada. Aunque la formación en dolor ha mejorado mucho, en nuestros países todavía falta por hacer en términos de educación. No es solamente que el paciente llegue a nosotros, sino que cuando llegue podamos diagnosticar adecuadamente, hacer un manejo y un seguimiento adecuados.”

Hay estudios que han mostrado que un porcentaje alto de pacientes dice que la dificultad con las actividades normales fue lo que los llevó a buscar una atención médica. En promedio los pacientes tardan dos años para conocer la causa de su dolor crónico, y 40% dice no estar satisfecho con su terapia.”

“Por otra parte, no hay el porcentaje esperado de universidades que tengan en pregrado la formación en dolor. Tampoco hay que soslayar la importancia de la educación médica continua. Los médicos necesitamos actualizarnos permanentemente porque las cosas evolucionan. Se hacen esfuerzos en muchos foros, en muchas asociaciones, pero la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (FEDELAT) señala que hay una falta de seguimiento en la educación médica continua en el profesional de la salud. No hablo solamente de médicos, sino también del personal de enfermería, fisioterapeutas, odontólogos, todos los que estamos relacionados con tratar a un paciente con dolor.

En cuanto a políticas públicas en dolor y cuidados paliativos también hace falta un trabajo más amplio. A nivel nacional hay muchas clínicas de dolor, pero creo que no son suficientes para los más de 30 millones de pacientes que podrían tener dolor crónico,” finalizó el doctor José Agramonte.

DZ

Artículos relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button