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Desarrollan modelos para reducir VIH en trabajadores sexuales

LaSalud.mx.- Las mayor prevalencia de nuevas infecciones por el virus VIH, se encuentra en trabajadores sexuales, de acuerdo a una investigación apoyada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos.

Omar Galárraga, profesor asistente de políticas públicas de salud en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown, afirma que para prevenir nuevas infecciones de VIH es necesario encaminar la estrategia hacia el sector de hombres que tienen sexo con otros hombres debido a que en ellos se concentra un gran porcentaje de las nuevas infecciones en el país.

La realización de pruebas de detección entre centenas de trabajadores sexuales apostados en diferentes calles de la capital mexicana o que acuden a la Clínica Especializada Condesa (CEC). Las mediciones realizadas por Galárraga y otros investigadores mostraron que la prevalencia del VIH en este sector de la población (trabajadores sexuales y usuarios de sus servicios) podría ser de hasta 40%.

Entre los factores que propician esta situación están la inconsistencia en el uso del condón y los altos índices de infección entre los trabajadores sexuales, lo cual arroja un estimado de ocho por ciento de nuevas infecciones al año entre sus clientes o compañeros sexuales, cifra que podría incrementarse si se toma en cuenta que la infección puede propagarse más allá de ellos.

A pesar de lo sombrío del panorama, Galárraga consideró que hay esperanza. De acuerdo con un estudio publicado en la revista AIDS and behavior, encabezado por Joao Filipe G. Monteiro y el propio Galárraga, entre otros, si se incrementa en un 10% el uso del condón entre los trabajadores sexuales VIH positivos se lograría una reducción de ocho por ciento de nuevas infecciones anuales a 5.2%.

Además, que la cantidad de trabajadores sexuales tomando terapia antirretroviral subiera a alrededor de 50% de la población en estudio podría reducir las tasas de nuevas infecciones a 4.4%. De acuerdo con los autores, intervenciones más agresivas podrían reducir aún más las cifras.

Reducir las tasas de nuevas a infecciones a cero es la gran meta del proyecto de Galárraga y coautores de la investigación como Andrea González, de la CEC; Sandra G. Sosa-Rubí, del Instituto Nacional de Salud Pública; Brandon Marshall, Daniel Escudero, Timothy Flanigan, Don Operario y Mark Lurie, de la Universidad de Brown, y Kenneth Mayer, del Instituto Fenway, quienes por años han estudiado la trayectoria de la epidemia en las comunidades urbanas de hombres que tienen sexo con otros hombres, con el fin de determinar cómo el comportamiento y la biología contribuyen a la diseminación del virus, y así, saber la manera de actuar mediante estrategias de intervención.

El grupo de estudio estuvo conformado por 79 trabajadores sexuales VIH positivos de entre 18 y 25 años, quienes accedieron a contestar cuestionarios y entrevistas a profundidad con el equipo de investigación, y a realizarse pruebas médicas.

Uno de los primeros datos obtenidos fue que la semana anterior a las entrevistas y pruebas, los participantes reportaron, en total, haber tenido 405 compañeros sexuales únicos, es decir, en esa semana no tuvieron otro contacto sexual con la misma persona. En tres de cada cuatro encuentros se utilizó condón. Del grupo, sólo 40% recibía medicamentos y la mayoría (53%) tenía una carga viral de alrededor de 10 mil copias del virus por mililitro de sangre, un umbral muy por encima del promedio.

En esencia, los trabajadores sexuales de la Ciudad de México presentan serios riesgos de infección porque en muchos de sus encuentros sexuales no se utiliza condón, y muchos con VIH no tienen un control médico adecuado.

La combinación de los datos recolectados con algunos otros publicados en diferentes revistas, incluyendo estimaciones de infecciosidad con diferentes cargas virales, permitió a Monteiro construir un modelo estadístico para pronosticar qué tan efectivas pueden ser intervenciones como el incremento en el uso del condón o de terapias antirretrovirales.

Tras “correr” el modelo mil veces en cada variante, Monteiro encontró que bajo el status quo de la epidemia había un estimado promedio de ocho por ciento de hombres que recurren al comercio sexual masculino y se infectan de VIH cada año (incluso teniendo en cuenta el hecho que cerca de 20% de éstos ya estaban infectados antes del encuentro sexual).

Con esos parámetros, midió que el incremento de un 10% del uso del condón (tomando en cuenta que se usaba entre el 75 y 82.5% de los encuentros sexuales de los trabajadores con sus clientes) reducía las tasas de nuevas infecciones a 5.2%. Para lograr reducir la tasa de infección a la mitad (4.1%), se requeriría incrementar el uso del condón en un 20% (para así alcanzar la cifra promedio de 90% de los encuentros sexuales con protección).

En torno a la efectividad del tratamiento antirretroviral, el modelo tomó dos variantes: si la tasa de supresión viral alcanzaba el 60 por ciento (algo posible, real y alcanzable en el sector de trabajadores sexuales) o el ideal del 100 por ciento.

Si se alcanzara el 60% de supresión viral, se requeriría que 51% de los trabajadores sexuales estuviera bajo tratamiento (un 25% más de los que actualmente lo toman) y se lograría que la cifra de nuevas infecciones cayera hasta cinco por ciento. Con 61% de los trabajadores sexuales en tratamiento, la tasa bajaría hasta 4.4%. Si cada trabajador sexual estuviera en tratamiento con una supresión viral de 60%, los índices de infecciones entre sus clientes se reducirían a 2.5%.

Una de las preocupaciones del equipo de investigación es contrarrestar el incentivo económico que representa para los trabajadores sexuales el no usar condón durante los encuentros sexuales con sus clientes a cambio de mayor precio por el servicio.

Una primera respuesta es la implementación de un programa de intervención que incluya un estímulo económico para incentivar el uso del condón en este sector y así comenzar a disminuir la estadística de nuevas infecciones entre los clientes, un hecho clave para reducir los porcentajes de VIH en México.

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