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Espondilitis Anquilosante

LaSalud.mx.-La espondilitis anquilosante es una enfermedad autoinmune que  se caracteriza porque las articulaciones y ligamentos de la parte baja de la espalda sufren episodios de inflamación, dolor y rigidez. Con el tiempo este problema puede presentarse en todo el tronco, iniciando un proceso de degeneración en el que las vértebras se fusionan, de tal manera que la columna se vuelve rígida e inflexible.

La severidad de los síntomas y la posibilidad de sufrir discapacidad varían de persona a persona: Hay veces que las molestias se presentan de forma esporádica a lo largo de la vida y no causan dificultades, pero también hay casos en que las complicaciones son constantes y el padecimiento afecta a otras partes del cuerpo.

Se piensa que la espondilitis anquilosante afecta a casi un 1% de la población mundial. Esta enfermedad puede afectar a cualquiera pero por lo general es más común en los hombres y afecta a 2-3 veces más hombres que mujeres. La enfermedad suele aparecer entre los 17 y 35 años de edad. Existe una tendencia hereditaria (genética), lo cual significa que es más probable que padecer espondilitis anquilosante si algún familiar también presenta la enfermedad.

Más allá del dolor de espalda

Aunque los síntomas de la espondilitis anquilosante varían de una persona a otra, los reportados más comúnmente son dolor y rigidez. En las etapas tempranas, los síntomas más comúnmente reportados por los pacientes incluyen aquellos relacionados con rigidez y dolor en los glúteos y en ocasiones en la parte posterior de los muslos (como en la ciática). A menudo, estos síntomas son notados por primera vez después de una distensión muscular y pueden ser confundidos fácilmente con un dolor de espalda común. Si este dolor de espalda se extiende por más de tres meses y mejora con el ejercicio pero empeora con el descanso, es probable que se trate de espondilitis anquilosante.

Puede que con el tiempo este dolor se extienda al cuello, hombros, caderas, muslos, rodillas, tobillos y talones lo cual limita el movimiento de manera considerable y ocasiona incomodidad al pararse o caminar.

Asimismo, se ha observado que debido a la naturaleza autoinmune de la enfermedad,  puede involucrar a otros órganos y causar fiebre, pérdida del apetito, fatiga e inflamación en pulmones, corazón e iris de los ojos. Cuando el sistema inmunológico sufre una alteración y en lugar de atacar a agentes externos como virus, comienza a atacar a las células del propio cuerpo a las cuales no reconoce y toma como extrañas. Así, aunque los anticuerpos dañan primero la zona de la espalda baja de la columna, no es extraño que se extiendan a otros órganos del paciente. Las razones de esta reacción del sistema inmunológico aún no están claras para los especialistas.

La complicada detección de la enfermedad

Los síntomas de espondilitis anquilosante suelen pasar desapercibidos en su fase inicial, ya que se les confunde con los de una molestia de poca importancia como un dolor de espalda común provocado por mala postura al estar sentado, tensión excesiva, o dolor del nervio ciático (este nervio comienza en la región lumbar y baja por la parte posterior de cada pierna).

La mayoría de los pacientes acuden al médico cuando el malestar en la espalda es más frecuente y de mayor intensidad, de modo que el diagnóstico del reumatólogo se basa en la observación de síntomas, exploración física y preguntas encaminadas a establecer la historia clínica del paciente o la presencia de problemas similares en otros miembros del núcleo familiar.

Es común que el especialista solicite radiografías de la columna y las articulaciones afectadas (sobre todo la de la base de la columna y caderas) para conocer el grado de deterioro y la posible formación de puentes óseos o fusión entre las vértebras que provoca rigidez de la columna. Otras pruebas de utilidad suelen ser exámenes de sangre y de detección del gen HLA-B27.

¡Cuesta caro!: Su impacto en el bolsillo de los pacientes

Para los pacientes con espondilitis anquilosante, el impacto socioeconómico es considerable. Un paciente pierde al año, en promedio, 13 días por problemas relacionados a su enfermedad. Por ejemplo,  31% de los pacientes con espondilitis anquilosante requieren en forma prematura pensión por invalidez y aproximadamente el 15% de los restantes requieren reubicación laboral.

A lo anterior hay que sumarle el costo de la atención de la enfermedad. Se estima que estos se distribuyen de la siguiente manera: el 26.4% corresponde a los costos directos y el 73.6% se asocia a los costos indirectos. El alto porcentaje de los costos indirectos se atribuyó a una mayor pérdida del ingreso económico y a una reducción de la productividad de los pacientes.

Importancia del tratamiento adecuado

En años recientes ha habido grandes mejoras en lo que se refiere a los tratamientos disponibles para los pacientes con espondilitis anquilosante. Los mismos incluyen terapias que se limitan a reducir los síntomas y otras terapias (tales como las terapias biológicas) que actúan directamente sobre el sistema inmunológico del cuerpo. A continuación se enlistan las diferentes alternativas:

1. Antiinflamatorios no esteroideos (conocidos como AINEs) y Esteroides: estos medicamentos se usan para un alivio rápido de los síntomas y actúan reduciendo la hinchazón y el dolor en el área de la articulación.

2. Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (conocidos como FARMEs): estos medicamentos se utilizan ocasionalmente en la espondilitis anquilosante para tratar los síntomas (articulares) periféricos que experimentan algunos pacientes. El más utilizado comúnmente se llama metotrexato.

3. Las terapias biológicas constituyen uno de los más grandes avances en el tratamiento de las enfermedades autoinmunes en los últimos 20 años. Las terapias biológicas de uso más extenso reciben el nombre de bloqueadores del factor de necrosis tumoral (TNF) alfa y han cambiado la manera de tratar las condiciones crónicas tales como la espondilitis anquilosante ya que están dirigidas contra las causas que originan la enfermedad, y no sólo contra los síntomas.

Algunas de estas terapias como golimumab, pueden ser aplicadas por el propio paciente, desde la comodidad de su casa y de manera muy sencilla a través de un dispositivo que facilita su uso.

Tanto el tratamiento como el seguimiento médico deberán realizarse de por vida, ya que la posibilidad de una recaída siempre está latente. Asimismo, es importante aclarar que aunque existen cirugías de reemplazo de articulaciones (cadera, rodilla y hombro) que permiten recuperar la flexibilidad de muchos pacientes, éstas sólo se realizan en sitios especializados y se reservan para casos extremos.

La mejor alternativa para la espondilitis anquilosante, por el momento, sigue siendo la combinación de ejercicios, administración de adecuada de medicamentos y la vigilancia por parte del médico especialista.

 

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