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¿Qué le duele a México? El psicoanálisis más allá del consultorio

En el cual las asociaciones psiconalíticas más reconocidas de la Ciudad de México difundirán el quehacer psicoanalítico que traspasa las paredes del consultorio para penetrar en muchos ámbitos de la sociedad.

 

Como un previo a los temas que se tratarán en el  I Simposium de Consejo Profesional y VI Simposium de Comunidad y Cultura de FEPAL. (Federación Psicoanlítica de América Latina), “Cuerpo: Amor y Muerte en la Cultura Mexicana, las sociedades psicoanalíticas más reconocidas de la Ciudad de México, la Asociación Mexicana para la Práctica,  Investigación y Enseñanza del Psicoanálisis (AMPIEP),  la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) y la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM) presentaron en conferencia de prensa  las siguientes ponencias que se tratarán más a fondo durante el Simposium:

 

1, ¿QUÉ LE DUELE A MÉXICO?

 

Mtra. Delia Hinojosa, Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM)

 

EL psicoanalisis siempre ha estado presente en la educación y la cultura. Hablar sobre el tema ¿QUÉ LE DUELE A MEXICO?  nos lleva inevitablemente a la obra de Octavio Paz, “El Laberinto de la Soledad”, ya que en ella este gran escritor mexicano aborda los grandes dolores y sin sabores de los mexicanos. Al mexicano le duele la historia, su conquista, el despojo,  el haber sido violados de una identidad  que lo condena a estar en el intento de encontrarla.

 

El mexicano parece que está acostumbrado a sufrir, ha sufrido todo el tiempo a lo largo de la historia. Es pasivo para afrontar el sufrimiento, está siempre viviendo en lo traumático, en el dolor. Parece que viviera en ese duelo, un duelo que no puede ser superado porque parece que nunca ha sido enfrentado. Estamos condenados a vivir en él, tal vez por eso toleramos seguir sufriendo, ahora por medio de la violencia, aquella que viene no  sólo de lo social, sino también de la política, los desastres naturales. Dicen que en México se olvida, y efectivamente, el olvido es una de las maneras de no enfrentar sus dolores, de no superar el trauma. 

 

Vivimos en una situación de incertidumbre, que hace que el mexicano se aferre al pensamiento mágico, lo religioso, las costumbres, en el mejor de los casos, la educación y la cultura permite salir de una manera más elaborada de lo traumático. El mexicano vive comparándose, deseando ser, pero paralizado y sin poder ser, pasivo ante su deseo y solo unos pocos logran salir de ese estado de indefensión y de sometimiento que le recuerda,  en una parte de su mundo interno,  aquella dolorosa historia. 

 

Espera que todo llegue fácilmente, mágicamente, se encomienda a Dios y espera, espera muchas veces sin que nada llegue, más que más sufrimiento y carencias, más dolor.El mexicano busca confiar en su sistema político, en aquellos que le prometen que velaran  por ellos, pero se quedan esperando ver como un sistema político corrupto enriquece a las minoras, justifica a ladrones y asesinos. Y el mexicano co  sigue esperando, cree que la justicia llegara aún  por vías divinas, espera pero sigue sufriendo.Parece vivir en lo siniestro, en la repetición constante del trauma, que es transformado en muchos síntomas y malestares sociales, siendo  la violencia el principal exponente de este síntoma,.

 

Según las encuestas (Revista Proceso 2 de julio 2015) México se colocó  dentro de los países que poseen un mayor “contexto de brutal violencia”, informó el Instituto para la Economía y la Paz y el Insitituto Mexicano para la Competividad. Dentro de las modalidades de violencia que estos organismos mencionan se encuentra los homicidios, crímenes violentos, muertes por conflictos organizados, feminicidios, violaciones, trata de blancas y niños.  ¿Qué hace el mexicano ante esto? Para combatir estos síntomas, debemos  estudiar las raíces de la violencia en México, qué la genera y cómo atenderla. Incluso económicamente sería de gran utilidad ya que las encuestas también arrojan que México ocupa el sexto lugar de los países que más invierten en combate a la violencia, (Patricia Obeso, Revista Proceso),  adquieren más policías y armamentos, pero desafortunadamente, esto no se ve reflejado en el control de la misma. 

 

¿Qué le duele a México? La sordera y ceguera de todos los mexicanos ante situaciones tan terribles, tan dolorosas.  Su pasividad y sometimiento que permite que nos mantengamos sumidos en un silencio que se colude, que nos hace cómplices  de tan terribles manifestaciones y que a su vez, generan más violencia.

 

2. LA IDENTIDAD DEL MEXICANO Y EL CUERPO FEMENINO

 

Dra. Alicia Briseño, Sociedad Psicoanalítica Mexicana (SPM)

 

Identidad del mexicano

 

Él mexicano  ha sido estereotipado en distintas formas: el hombre con sombrero durmiendo la siesta, el hijo que sufre el desequilibrio de tener muy poco padre y sobreprotegido al tener demasiada madre; aquel que vive esperando siempre recibir de ese padre ausente, depositándolo en el padre gobierno o la madre institución. En cualquiera de los casos, el mexicano se ve desde afuera y se burla, el “jugamos como nunca, perdimos como siempre”, que refleja un cierto automatismo y una derrota anticipada e inminente. El mexicano no se piensa a sí mismo, sigue la inercia, el destino, ejecuta los papeles secundarios, no los protagónicos que lo pondrían a pensar y a pensarse, a irse en un viaje al interior de sí mismo que no conoce y le asusta. A todos nos asusta un poco el tener que confrontar la realidad y saber que tiene que hacer cosas diferentes para lograr objetivos distintos. En el teatro, él es un espectador silencioso. En el psicoanálisis, un actor protagónico asustado pero curioso, por encontrar una respuesta de sí y de su mundo. Pero ¿Qué tanto se atreve

 

Lo femenino y el cuerpo

 

El infante humano llega al mundo después de nueve meses de estancia en el cuerpo de su madre, trayendo con él nada más que su propio cuerpo. En condiciones óptimas, el bebé aprenderá que ante sus necesidades de alimento y cuidado, la madre o quien realice las funciones maternas, reaccionará proveyendo los cuidados necesarios que le permitan suprimir el dolor que el hambre, el frío, la humedad o cualquier otro estímulo desagradable le produzcan; es, a través del contacto corporal, que aprenderá a conocer el mundo. Paralela a este primer aprendizaje se inicia la vida psíquica, apoyada  en las distintas funciones biológicas y así se va constituyendo dentro de un cuerpo biológico, un aparato psíquico que a su vez, se va adueñando del cuerpo y del mundo. 

 

El proceso de reconocer este cuerpo como suyo, estará mediatizado por las actitudes y palabras de quienes participen en su educación y cuidado y más tarde le permitirá construir su identidad. 

 

Será en la mirada de la madre que el bebé irá reconociéndose; sobre las reglas del mundo, serán los padres quienes le muestren los primeros comportamientos afectivos a partir del contacto corporal, el respeto y cuidado de su cuerpo, la aceptación o el rechazo y su actitud ante la desnudez y los juegos sexuales de los niños y las niñas, Serán también ellos, quienes transmitan los conceptos culturales sobre la belleza y la fealdad.

 

Todos los aspectos del ser humano se forman como hábitos que nos acompañan a lo largo de nuestra vida y a nuestro sexo, diferencia sexual inscrita en el cuerpo, se suman los significados que cada sociedad atribuye al género, esas significaciones atribuidas al hecho de ser varón o mujer en una cultura determinada. Los cuerpos sexuados están entonces construidos también por el género, la clase, la etnia y la edad y así, en un entrecruzamiento, se construyen las subjetividades. Cuando una persona sabe los secretos de su cuerpo, cuando reconoce el lenguaje con el que éste le habla, adquiere poder. Poder para decidir quién es y en quien desea irse transformando. Nuestro ropaje humano es la piel, continente del cuerpo biológico y psíquico. 

 

Al crecer dentro de una sociedad androcéntrica, las mujeres son educadas desde el nacimiento en  “el no tocar”, el cuerpo queda prohibido a través de sus experiencias sociales, su educación religiosa y los valores familiares; no logran conocerlo, ni reconocerlo como propio lo que impide que se integren como un todo. En el mundo occidental, hay culturas en donde queda confundido el “tocar/acariciar” con el “tocar/manosear”, lo que favorece la distancia entre el sujeto y su self. Al no conocer su cuerpo, la persona no reconocerá las señales que éste le manda, creando una disociación artificial que la lleva a vivirlo como un desconocido al que puede ignorar o maltratar, o con el que no se permitir sentir placer. En ocasiones, es sólo el dolor el que la pone en contacto con él, a través de la menstruación, el parto o cualquier otra situación más de enfermedad que de autoconocimiento. La práctica de algún deporte, natación, gimnasia, yoga, etc. le permite a la mujer reconocer tanto la parte interna de su cuerpo como la externa.

 

A mediados del Siglo XX, en los años 60, la pregunta parecía ser “¿Cómo cambiamos al mundo?” Ahora, en los inicios del Siglo XXI, la pregunta parece ser “¿Cómo cambiamos el cuerpo?” No sólo a través del reconocimiento de las diferentes sexualidades, sino a partir de los tatuajes, los cortes, la anorexia, la bulimia, el Metrosexual, etc. 

 

3. LAS CORRUPCIONES DEL CUERPO SOCIAL EN MÉXICO

 

Mtra. Cristina Oñate, Asociación Mexicana para la Práctica,  Investigación y Enseñanza del Psicoanálisis (AMPIEP)

 

El psicoanálisis ha venido estudiando la mente humana desde hace 115 años y arroja mucha luz sobre la psicología de la corrupción, fenómeno que ha proliferado en el cuerpo social mexicano como un cáncer, junto con la impunidad y a la violencia.

 

El manejo del poder y la corrupción, se lleva al cabo por individuos, que tienen una mente  particular, un desarrollo psicológico, motivaciones específicas y un inconsciente que los lleva a actuar en las organizaciones, tanto privadas como públicas, utilizando las funciones y los medios a su alcance para sacar provecho económico o de otra índole, sin importarles, el quebranto y daño que ocasionan a otras personas y al país. 

 

Las expresiones tan populares y difundidas de “el que no tranza, no avanza” y “el que no chinga, se chinga”, contienen todo una serie de aspectos psicológicos que aunque operan en lo individual, se han convertido en una especie de “valores” socializados  que son manifestación de un ideal de poder omnipotente y sin límites, con la convicción de que se puede y debe salirse con la suya a toda costa, en el que no cuentan las normas ni los valores como la honestidad, solidaridad, etc. Sino que “todo se vale”.  

 

Dichas expresiones son también manifestación de un narcisismo maligno en el que lo único que importa es conseguir los propios fines, ejerciendo dominio, control, sometimiento o la destrucción del otro, el cual es percibido únicamente como el medio de gratificación de estas necesidades de omnipotencia y no como una persona, un semejante al que se le debe respeto y consideración.  

 

En la ponencia, se explicará el trastorno de personalidad que en México se ha convertido en una epidemia, y que está presente en todos los corruptos, impunes y violentos. 

 

Este trastorno de personalidad existe en un largo espectro de diferentes grados y matices, que va desde las actuaciones más violentas y sádicas como “El Mochaorejas” y “El Pozolero”, hasta los estafadores de cuello blanco, como el dueño de FICREA, o las redes de complicidad y corrupción que se establecen entre políticos y empresarios, a los que Buscaglia llama: “El club de los impunes”.

 

4. ¿COMO SE ENFRENTA EL DUELO EN MEXICO?

 

 Dra. Dolores Montilla, Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM)

 

Cuando hablamos de duelo necesariamente nos referimos a la manera en que una persona, grupo o sociedad tratan de procesar una pérdida.  De acuerdo con Freud, la pérdida puede referirse a la muerte o desaparición de una persona, a  la pérdida de la salud física o psíquica, a la pérdida de la juventud, a la pérdida de un ideal, de un país o de un bienestar económico.    

 

El  proceso de duelo conlleva diferentes fases que van desde la negación de la pérdida,  la búsqueda de soluciones mágicas y omnipotentes, hasta la aceptación, la tristeza  y la posibilidad de dar nacimiento a algo que permita llenar el vacío de la pérdida o de lo destruido. Elaborar el duelo implica un trabajo interno y es lo que realmente permite hacer cambios en el mundo externo.  Este proceso conlleva también pasar del principio del placer, de la posibilidad de actuar irreflexivamente nuestros deseos destructivos,  al principio de realidad y de sublimar a través de la creatividad, la cultura, el orden, la imaginación, la ciencia y el arte.

 

Para tratar de responder la pregunta de cómo se elabora el duelo en México, primero debemos tratar de entender ¿qué es lo que en México hemos perdido? 

 

Sabemos que nuestro país tiene un gran potencial., es vasto en recursos naturales, tiene gran diversidad de paisajes, de costumbres, de lenguas, etc.   Pareciera que tenemos abundancia de todo, pero no podemos aprovecharlo en un beneficio global debido a la desigualdad social, a la pobreza, a la falta de educación y de oportunidades, a la inseguridad, violencia e impunidad. Como puntualiza Mustri (2010),  estos hechos son causa y consecuencia de que carezcamos de recursos internos esenciales para el adecuado desarrollo  personal y social, como la confianza básica, el sentido de continuidad,  el sentido de identidad y orgullo nacional, la memoria histórica, el sentido de respeto y de responsabilidad.  

 

La prisa y las enormes distancias de las ciudades en las que vivimos nos han robado la capacidad de detenernos a mirar lo cotidiano, de escuchar al otro, de dialogar con los demás y de reconocer el mundo que nos rodea,  por lo que cada día nos volvemos más egoístas y estamos llevando a cabo un ecocidio cuyas consecuencias ya estamos pagando.

 

 A lo anterior actualmente se hanintroducido problemas nuevos, como la inmediatez en las comunicaciones, el resquebrajamiento de los valores tradicionales, religiosos e ideológicos que parecen haber dejado a las personas sin una brújula que pueda orientar sus ideas y acciones, su capacidad de discernir entre el bien y el mal.

 

 Socialmente hemos caído en una confusión de valores donde es admirado el que sabe disfrutar más y sufrir menos. Donde por ejemplo, se confunden límites con censura o castigo, respeto con indiferencia, o tolerancia con indulgencia.  Donde nos encontramos que las personas/modelos a seguir son aquellos que se enriquecen violando la ley, burlándose de la autoridad y matando fríamente a quienes se oponen a sus perversos fines.  Nuestro país carece de una estructura política y social que regule realmente a sus ciudadanos, brindándoles seguridad y certeza acerca de las consecuencias positivas y negativas de todas sus acciones.   Hay falta, por no decir ausencia, de credibilidad en las figuras públicas (que incluye a las políticas), en las figuras de autoridad y en las instituciones que ejercen el poder. Todo lo mencionado nos desconsuela, nos decepciona y nos lleva a una sensación primaria de desesperanza y de minusvalía, de impotencia y de sentimientos de fracaso. Parece que estamos en un momento histórico /social donde no podemos anticipar, planear y desde ahí actuar; solo enfrentamos necesidades apremiantes para sobrevivir, por lo que tendemos más a improvisar que a reflexionar.                                                 ¿Y ante este dolor, qué hacemos, cómo lo enfrentamos?

 

1.- La indiferencia y la apatía, que nos conduce al típico “Me vale” y que termina por convertimos en cómplices de todo lo que sucede al no tomar una posición activa para combatir.   Tampoco nos brinda la oportunidad de crear consciencia individual ni colectiva de que sí se tiene que ver en lo que nos sucede.

 

2.- La irritabilidad, la queja nos lleva a un pesimismo que a su vez alimenta la pasividad y sensación de “para qué hago, si no se va a poder o para qué cambio si todos siguen igual”

 

3.- Desviamos enfrentar el dolor a través de la idealización de ciertas figuras religiosas  (positivas o negativas como el Papa, “la Santa Muerte” o Satán) a las que se les pone la responsabilidad de nuestro destino o se sobrevaloran ciertas actividades deportivas como el foot ball, las carreras de coches,  pretendiendo que sean ellos los que salven nuestro orgullo nacional.

 

4.-  Somos famosos por nuestra habilidad de compensar el dolor con los chistes y las bromas.  No pasan muchos minutos de una tragedia o noticia importante sin que por las redes sociales circulen cientos de “memes” que nos hagan reír de los dramas o tragedias nacionales.

 

5.- México es popular por su famosa catrina (creada por José Guadalupe Posadas) y bautizada así por Diego Rivera), se la observa, se la acerca, se la hace parte del entorno y de su arte.  Tiene la doble función de burlarse de la muerte y de ayudar a sublimarla.

 

6.- El refugio de la televisión o de las redes sociales por horas, nuevamente implica estar sentados y pasivos.   Estas actividades anestesian la sensibilidad, la mente se vuelve torpe y se perjudica al espíritu, fomentando la adicción a las mismas. 

 

7.-  Otra manera de enfrentar el dolor es con las drogas, autolesionándose, el juego, el alcohol y los trastornos de la alimentación. Esto no sólo afecta de manera importante a los adolescentes, sino que también se presenta en niños y adultos.  En caso extremo lleva al suicidio.

 

8.- Se evade el dolor cuando nos coludimos con la corrupción: “el que no tranza, no avanza” y cuando se es parte de la impunidad “para qué denuncio si no va a pasar nada”,  “por qué dejo de hacer algo impropio si nadie va a cambiar”.

 

La agresión, la violencia, la injusticia y la guerra permanente en nuestro mundo y en nuestro país conlleva la inevitable pérdida de vidas,  lo que nos produce una profunda indignación, pero también nos confronta con el hecho de que solamente indignarnos no cambia nada, hay que hacer algo desde nosotros mismos para no solo justificar los hechos, sino para responder activamente  y con responsabilidad por ellos. Y aunque muchos programas nacionales han funcionado, queda mucho por hacer y nosotros como psiconalistas mucho por aportar en todos los ámbitos.

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