Noticias

La calidad de la educación médica oncológica en México

Por Dra. Verónica Villavicencio Valencia,  Subdirector de Educación Médica del INCan

Oncologia.mx.- En nuestro país, la educación médica y el sistema de salud se originan desde la época de la colonia. De ésta manera, la formación de médicos se basaba en las necesidades del país, con los conocimientos y habilidades propios de la época. Con el paso del tiempo, la estructura de salud y la educación médica tuvieron la necesidad de reformarse. Al crearse el Departamento de Salubridad Pública, la atención médica y los sistemas preventivos crecieron gradualmente y se consolidaron. A finales de 1920 y principios de 1930, como resultado de la evolución del conocimiento, surgen las especialidades médicas. Los primeros egresados fueron los responsables de planear, ejecutar y administrar los grandes hospitales que forjaron, surge de ésta manera en 1949, el Instituto Nacional de Cancerología, a la par que otros Institutos Nacionales de Salud, como son Instituto Nacional de Cardiología, Instituto Nacional de la Nutrición, Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, entre otros. Para fines del siglo pasado, la formación de médicos se lleva a cabo no solo por la Universidad Nacional Autónoma de México, sino por muchas otras escuelas de medicina del país.

Países desarrollados como Francia y Estados Unidos, han impuesto a la enseñanza de la medicina en México sus concepciones, sus métodos didácticos, sus planes de estudio y sus libros de texto. Sin negar los avances que esta situación ha propiciado en la docencia y la investigación, podemos afirmar también que ha condicionado una separación abismal entre la educación médica y la realidad sanitaria. Los contenidos del proceso educativo no responden al panorama epidemiológico del país ni a las necesidades reales de salud de la población mayoritaria.

Durante los últimos años, se ha hecho evidente la existencia de una profunda crisis en la educación médica en México. Muchos factores han influenciado ésta crisis: La ausencia de vinculación con la realidad y respuestas efectivas a los problemas prioritarios de salud, la improvisación y falta de profesores preparados, la sobrepoblación estudiantil, el desconocimiento de los determinantes sociales de la enfermedad y la importancia de la comunidad como ámbito de aprendizaje; estos, forman un proceso contradictorio donde las aulas saturadas y el subempleo de miles de egresados encuentran su contrapunto en los millones de mexicanos de no tienen acceso a la atención médica. 

En 1910, se publicó el Informe Flexner, una investigación sobre las escuelas de medicina de Estados Unidos y Canadá realizada por Abraham Flexner, con el patrocinio de la Fundación Carnegie para el Avance de la Enseñanza. Las recomendaciones de este Informe, que han marcado desde entonces las pautas de la educación médica no sólo en Estados Unidos, sino prácticamente en todos los países del mundo, se resumen en cinco puntos: 1) La atención médica debe basarse en el conocimiento de las ciencias biomédicas: 2) Sólo las escuelas altamente calificadas pueden ser acreditadas para formar médicos; 3) Las escuelas aprobadas deben privilegiar la educación en laboratorios y la experiencia clínica; 4) Las escuelas sin la calidad necesaria deben ser cerradas, y 5) las escuelas deben estar afiliadas a universidades. En la práctica clínica, el Informe Flexner vino a consolidar un tipo de ejercicio médico, la llamada “medicina científica”, que dio un enfoque positivista a la enseñanza, la investigación y la práctica. Fue la expresión de las tendencias cientificistas de la sociedad norteamericana, por medio de las cuales se pretendía reducir los problemas sociales a problemas técnicos. El auge de este positivismo médico, encontró su máxima expresión en tres elementos. Primero: La especialización a que dio origen la medicina científica enfatizó el estudio y el tratamiento de sistemas y órganos individuales con exclusión de la totalidad del cuerpo humano. Segundo: La investigación cerró los ojos a toda consideración sobre las causas sociales de las enfermedades, ya que los fenómenos colectivos quedaron fuera del ámbito de lo que se consideraba científico. Tercero: El diagnóstico y la terapéutica empezaron a realizarse mediante un enfoque del organismo como una máquina, facilitando así una aproximación instrumentalista al cuerpo. El modelo de la máquina facilitó la aplicación de principios estadísticos al estudio del cuerpo humano, en particular la aceptación de una tendencia central (la normalidad) que permitió tratar a las enfermedades como entidades universales más que como afecciones diferentes para cada individuo. Como señala Howard Berliner, mientras que el diagnóstico y la terapéutica se basan en suposiciones colectivas según una “curva de normalidad”, paradójicamente el paciente es visto como una abstracción, aislado de su comunidad. La enfermedad es tratada como un proceso natural y su etiología social resulta ajena a la acción médica.

Las reformas surgidas de él, plantearon la necesidad de contar con una fuerza laboral que hiciera funcionar un sistema de atención médica hospitalaria, basada en la especialización y altamente calificada. Un sistema así requería obviamente de una gran cantidad de insumos en cuanto a equipos y medicamentos. Se creó así toda una industria médica que vino a nutrirse de otras muchas industrias, muy destacadamente de la farmacéutica. 

Las instituciones educativas orientadas a la enseñanza de la oncología, desempeñan un papel importante en la prevención del cáncer. La formación de jóvenes médicos oncólogos es una tarea fundamental en nuestra institución, esta tarea se enfoca a enriquecer los conocimientos de nuestros futuros colegas en materia de prevención, diagnóstico oportuno, tratamiento y cuidados paliativos.  El médico en formación y el recién egresado deben tener nociones sobre biología molecular, genética, biología de la carcinogénesis, ya que éstos conocimientos le permitirán entender los procesos de crecimiento y diferenciación, la acción de oncogenes y factores estimuladores e inhibidores del crecimiento. Para entender las causas del cáncer, hay que saber la importancia de factores físicos, químicos, ambientales y nutricionales que influyen en la propia carcinogénesis. Deben aprender los mecanismos de crecimiento y progresión de la enfermedad, la relación del tumor con el huésped y los mecanismos de diseminación del cáncer así como la aparición de metástasis. La importancia de los factores virales como factores de riesgo, estilos de vida, variaciones geográficas y la forma como se pueden tomar medidas de prevención. Para entender la evolución de los diferentes tumores, se debe conocer su histopatología, grados de diferenciación, cinética molecular, factores inmunológicos y la utilidad de los marcadores tumorales. Hay que reconocer la importancia de la epidemiología, para determinar la incidencia, prevalencia, mortalidad y supervivencia asociada a los diferentes tumores. El conocer la distribución del cáncer por grupos etarios y por localización geográfica, la identificación de factores de riesgo, nos ayuda a establecer programas de prevención tomando en cuenta condiciones prevalentes y factores económicos. Todo esto con la finalidad de lograr un diagnóstico temprano de la enfermedad que busca mejorar las tasas de curación. No debemos descuidar la enseñanza del manejo de las diferentes alteraciones físicas y psicológicas de los pacientes con cáncer y la necesidad de ofrecer programas de rehabilitación. En casos de estudios experimentales, el paciente tiene la oportunidad de decidir si participa o no en dichos estudios. Es indispensable fomentar el interés por la investigación, que lo haga capaz de diseñar e interpretar estudios clínicos y mantenerse a la vanguardia de los últimos avances terapéuticos. 

El papel del especialista en oncología, no solo se limita al diagnóstico y tratamiento de los padecimientos oncológicos, sino a participar activamente en campo de la medicina preventiva, lo que se reflejará en el diagnóstico temprano del cáncer, con miras de erradicar el cáncer. El objetivo de nuestros programas, es hacer que el oncólogo recién egresado, no solo sea capaz de tratar pacientes con cáncer, sino mantener una educación continua, con el propósito de estar al día en los últimos eventos relacionados con su especialidad y poder ejercer un juicio crítico para tomar las decisiones más apropiadas para cada paciente. 

El concepto de la educación continua, está sustentado en la Conferencia Mundial de Educación Superior convocada en 1998 por la UNESCO, la cual plantea que la educación a lo largo de la vida como un eje fundamental del sistema educativo, deberá atender las necesidades y oportunidades que se presentan en el marco de las sociedades del conocimiento del nuevo siglo (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 1998). En México, los primeros trabajos relacionados con el proceso de actualización de los profesionistas se presentan en 1933 en la Universidad Nacional Autónoma de México, al formularse las Primeras Jornadas de Actualización Médica (Fernández, 2012).En el caso de los especialistas en oncología, para mantenerse al día de los adelantos que en forma vertiginosa se van produciendo en el mundo, se ha tenido que recurrir a utilizar no sólo aquellas actividades de educación continua impartidas por las instituciones de educación superior, sino también a hacer uso de todos aquellos mecanismos de información que existen actualmente a su alcance. 

La educación médica continua tiene tres tareas principales: la vigencia del conocimiento médico obtenido durante la formación en la medida que la ciencia y la tecnología lo facilite; la actualización del profesional en conocimientos, técnicas, metodologías, procesos específicos que le permitan incorporarse a un sistema, norma, método, institución o enfoque; y la inquietud o la necesidad permanente del sujeto para poder saber más o mejor de su propia profesión. Asimismo, para que la educación médica tenga una repercusión adecuada y cumpla con los objetivos propuestos, es necesario que tenga efectos positivos en el ejercicio profesional y que sea reconocida. Este reconocimiento puede darse a través de dos orientaciones, la acreditación y la certificación; la primera tiene que ver con el reconocimiento de una institución o sociedad que sustente un esfuerzo específico de educación médica continua en un periodo determinado, y la segunda se relaciona con el médico directamente y con el tipo de actividad y con el esfuerzo o complejidad que de él se derive y está reconocida por los consejos médicos.

En este contexto, las facultades y escuelas de medicina son imprescindibles, pues se considera que en ellas se encuentran los mejores recursos para desarrollar programas de educación médica continua. Los miembros de las academias o colegios de profesores constituyen el núcleo en donde se sustentan los grandes ideales de la medicina. Por otra parte, las instituciones de atención médica, también se han convertido en un eje de necesidad y sustento para este tipo de programas ya que proveen y facilitan la capacitación y el entrenamiento directamente en el ejercicio profesional, ya que el empleo de campos clínicos reales constituye un privilegio en la formación, actualización y capacitación de los recursos médicos. Es importante señalar que cada una de las actividades que todo médico realiza dentro de la educación continua, tienen un objetivo fundamental, la actualización profesional, y no habilitan o autorizan para llevar a cabo actividades profesionales que no estén autorizadas a través de una cédula profesional. Por último, se observa que ante el marco de los tratados internacionales y la certificación profesional, la actualización continua se ha convertido en una necesidad inherente a la profesión médica.

Es por esto que el Instituto Nacional de Cancerología, preocupado en la Educación Continua, celebrará la XXXIII edición de su Reunión Anual que este año 2016, se llevará a cabo en la Ciudad de Querétaro. En el marco de ésta reunión, graduaremos a 98 médicos de diferentes especialidades en el ámbito de la Oncología, siendo 35 alumnos de Cursos de Especialización y 63 alumnos de Cursos de Posgrado de Alta Especialidad en Medicina, los cuales forman un legado importante en la atención oncológica de nuestro país. En el marco de nuestra Reunión Anual 2016, se tocarán temas de importancia como el Programa Nacional contra el Cáncer y tópicos relacionados con los cinco principales cánceres en México: Cáncer de Mama, Cáncer Ginecológico, Cáncer Gastrointestinal, Cáncer de Pulmón y Cáncer de próstata. Asimismo, se desarrollarán 6 cursos pre-congreso enfocados a la Oncología Básica para médicos generales, el abordaje multidisciplinario del cáncer bucal, nutrición y cáncer, trabajo social en oncología, atención en cuidados paliativos y un curso exprofeso para administradores médicos. Ocho cursos trans-congreso enfocados a la atención psico-oncológica y aspectos psicosociales del paciente con cáncer, foro de educación, actualización en radiología e investigación, simposio mi salud, mi derecho enfocado a pacientes, actualización en radio-oncología, actualización en anestesia oncológica y el simposio de investigación. 

Bibliografía.

Revista de Educación y Desarrollo, 28. Enero-marzo de 2014.

Fundamentos de oncología, 1ª edición, Edwin Cevallos Barrera. 2006.

Los retos de la Educación Médica en México. Alberto Lifshitz y Lydia Zerón, 2011. Academia nacional de Educación Médica,

Educación Médica Continua y desarrollo de una profesión. Jorge Fernández Pérez. Revista de Educación y Desarrollo, 28. Enero-marzo de 2014.

Educación Médica y los sistemas de salud. Enrique Graue Wiechers. Gaceta Médica de México, 2011; 147:517-25

Para mayor información consulta  www.oncologia.mx

 

Artículos relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button