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La malnutrición se está convirtiendo en la “nueva normalidad”

LaSalud.mx.– Beijing, Johannesburgo, Nairobi, Nueva Delhi, Nueva York, Estocolmo y Washington DC.– De acuerdo con el Informe de la Nutrición Mundial 2016 publicado hoy, los índices de obesidad y sobrepeso están en aumento en todas las regiones del mundo y en casi todos los países. Este informe independiente subraya cuán insuficientes son los avances realizados en la lucha contra todas las formas de la malnutrición. Por ejemplo, casi todos los países están lejos de aportar los esfuerzos necesarios para reducir la anemia en las mujeres y para prevenir el aumento de los casos de diabetes. 

La desnutrición se manifiesta de distintas maneras: retraso en el crecimiento y el desarrollo de los niños más pobres; individuos raquíticos o propensos a las infecciones; personas con sobrepeso o con altos niveles en sangre de azúcar, sal, grasa o colesterol; o personas que carecen de las principales vitaminas o minerales.

La malnutrición es responsable de casi la mitad de todas las muertes de los niños menores de 5 años de edad y, junto con una alimentación deficiente, es el primer factor determinante de la carga mundial de enfermedad. Al menos 57 países registran importantes niveles de desnutrición – incluyendo el retraso en el crecimiento y la anemia- y de sobrepeso y obesidad en los adultos, lo que representa una enorme presión sobre muchos sistemas sanitarios, de por sí muy frágiles. 

“Una de cada tres personas sufre de alguna forma de malnutrición,” explica Lawrence Haddad, copresidente del Informe de la Nutrición Mundial e investigador senior en el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias. “Ahora vivimos en un mundo donde estar malnutrido es la nueva normalidad. Es un mundo que todos debemos considerar totalmente inaceptable.” 

Esta semana, el Informe 2016 se presenta en siete ciudades alrededor del mundo – Beijing, Johannesburgo, Nairobi, Nueva Delhi, Nueva York, Estocolmo y Washington DC – y se suma a la renovada atención internacional en materia de nutrición. El informe destaca los altísimos costos de la malnutrición, además de la ausencia grave de inversiones y compromisos hasta la fecha, es decir:

•Costos sociales: el 11% del PIB se pierde cada año en África y Asia debido a la malnutrición. Cada año, las pérdidas mundiales de PIB por causa de la malnutrición son mayores que la pérdida anual registrada durante la crisis financiera de 2008-2010. 

•Costos familiares: En Estados Unidos, cuando en un hogar uno de sus integrantes es obeso, la familia debe asumir gastos de salud adicionales equivalentes al 8% de sus ingresos anuales. En China, el diagnóstico de un caso de diabetes representa una pérdida anual del 16,3% del ingreso de quien sufre la enfermedad.

•Déficit de financiamiento: Los nuevos datos presentados en este informe muestran que los donantes asignaron apenas 50 millones de dólares a las enfermedades no transmisibles relacionadas con la nutrición, a pesar de que, en la actualidad, las enfermedades no transmisibles relacionadas con la nutrición son la causa de casi la mitad de todas las muertes y discapacidades en los países de ingresos bajos y medianos. Los análisis muestran que 24 gobiernos de ingresos bajos y medianos asignan apenas un 2% para reducir la desnutrición, mientras que las asignaciones de los donantes para los programas de nutrición están estancadas en mil millones de dólares. 

“Estamos lejos de haber terminado con la desnutrición,” explica profesora Corinna Hawkes, copresidenta del Informe de la Nutrición Mundial de lo Grupo de Expertos Independientes y directora do Centre for Food Policy, City University London.  “Pero los gobiernos y los donantes ahora también deben hacer frente a la amenaza que las enfermedades no transmisibles relacionadas con la nutrición y la obesidad plantean para la mejora mundial de la salud y el desarrollo. En el mundo, una de cada 12 personas sufre de diabetes y alrededor de 2000 millones de personas son obesas o con sobrepeso. Debemos frenar esta tendencia.”

A pesar de estos desafíos, el Informe 2016 muestra los progresos realizados y que todo es aún posible. El número de niños menores de 5 años que sufren de retraso en el crecimiento está disminuyendo en todos los continentes, excepto en África y Oceanía. Individualmente, muchos países han registrado impresionantes progresos: por ejemplo, en Ghana, el índice de retraso en el crecimiento se ha reducido casi a la mitad – del 36 al 19% –en solo 11 años. Muchos países están cerca de cumplir con las metas mundiales; Perú y Malawi, por ejemplo, están cerca de cumplir las metas mundiales en materia de lactancia materna exclusiva y disminución de la anemia. 

“El ingrediente clave de todas estas historias exitosas es el compromiso político,” explica Lawrence Haddad. “Todo es posible cuando los líderes gubernamentales, la sociedad civil, el ámbito universitario y las empresas se comprometen y se declaran responsables. A pesar de los retos que quedan por delante, la malnutrición no es inevitable y, en definitiva, se trata de una elección política: por eso necesitamos líderes en todo el mundo para seguir adelante.”

Si bien algunos países comienzan a aumentar los presupuestos destinados a la nutrición, la brecha presupuestaria sigue siendo significativa. Los análisis incluidos en el Informe 2016 muestran un déficit de 70 000 millones de dólares para el cumplimiento de los objetivos de 2025 en materia de retraso en el crecimiento, desnutrición aguda grave, lactancia materna exclusiva y anemia. Mientras que disminuir esta brecha sigue siendo la principal prioridad, el análisis realizado por el informe sobre el vínculo entre la nutrición y los sectores asociados también brinda oportunidades para mejorar la nutrición a través del análisis de los programas existentes. Por ejemplo, el informe explica que las mejoras realizadas en áreas como agricultura, salud, educación, protección social y saneamiento pueden ayudar a tratar un amplio porcentaje de la carga por retraso en el crecimiento. 

“Más del 30% de los gastos gubernamentales en África y Asia  ya están asignados a la agricultura, la educación, la protección social, la salud y el agua, el saneamiento y la higiene. Efectuando ciertos ajustes en estos sectores, podríamos tener un gran impacto sobre la carga de la malnutrición en dichas regiones,” explica Emorn Udomkesmalee, copresidenta del Informe de la Nutrición Mundial de lo Grupo de Expertos Independientes e investigadora senior del Instituto de Nutrición de la Mahidol University en Tailandia.

El Informe 2016 también destaca la falta grave de implementación de  políticas e intervenciones que hayan demostrado su capacidad para disminuir la malnutrición:

•De las 13 principales intervenciones sobre desnutrición medidas, solo seis tienen índices de cobertura superiores al 50%: casi la mitad de las familias que necesitan estos programas no los están obteniendo.

•Solo el 36% de los países ha implementado correctamente el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, que impulsa el recurso a la lactancia materna exclusiva; esto representa un declive desde la última evaluación.

•Dos tercios de los países no han logrado ningún progreso en materia de implementación de las recomendaciones esenciales de la OMS para una alimentación sana.

El Informe de la Nutrición Mundial constituye una evaluación anual de los avances de los países en el cumplimento de las metas en materia de nutrición establecidas por la Asamblea Mundial de la Salud y los compromisos establecidos en la Cumbre de Nutrición para el Crecimiento de 2013. Algunas de las metas acordadas son:

•Reducir en un 40% el retraso en el crecimiento de niños menores de cinco años.

•Reducir y mantener por debajo del 5% la emaciación en niños.

•Ningún aumento del sobrepeso en niños menores de 5 años.

•Reducir un 50% la anemia en mujeres de edad reproductiva.

•Reducir un 30% el bajo peso al nacer.

•Aumentar la lactancia materna exclusiva hasta al menos el 50%.

•Impedir el aumento de la prevalencia del sobrepeso, la obesidad y la diabetes de tipo 2 en adultos.

•Alcanzar un 30% de reducción en la ingesta de sal (en los adultos).

 

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