Diafragmas, píldoras anticonceptivas, dispositivos intrauterinos, parches y métodos quirúrgicos son algunas opciones cuando se trata de planificación familiar o si lo que se pretende es evitar una infección o padecimiento sexual.
Según los resultados obtenidos por la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) en 2009, la mitad de las mujeres mexicanas estudiadas son usuarias de algún tipo de anticonceptivo, de ellas, el 48.8% recurren al ligamento de la trompas uterinas, 14.2% utiliza métodos hormonales y 6 de cada 10 practica el coito interrumpido y el ritmo.
El uso, disponibilidad y costo de cada uno de ellos suele ser variado, pero ante tales diferencias la mujer actual se ha vuelto más minuciosa al momento de elegir uno o varios métodos anticonceptivos.
Según datos de los laboratorios Bayer en México, el sector femenino busca que dichos métodos les ofrezcan eficacia, comodidad y que sean asequibles. Así mismo la mujer contemporánea requiere que el método a usar no sea permanente y que al interrumpir su utilización la fertilidad no se vea afectada, impidiendo un embarazo.
De igual forma, la mujer mexicana también considera que el método anticonceptivo que elija no le provoque aumento de peso, entre otros efectos secundarios. Philip Smits, ejecutivo de la mencionada farmacéutica, asegura que debido a ciertos mitos que rodean a algunos métodos, algunas mujeres se abstienen de usarlos, por temor a desarrollar cáncer, problemas de fertilidad o daños en el feto.
Para contrarrestar la desinformación o concepciones erróneas alrededor de los anticonceptivos, existen condiciones globales que ayudan tanto al médico como a la usuaria al momento de elegir, entre las que destacan los criterios de legibilidad médica para el uso de anticonceptivos, estipulada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1996, esto con el fin de ofrecer información detallada sobre el correcto uso de cada uno de los métodos anticonceptivos.
