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Internet por satélite, ¿una alternativa a la fibra?

Internet se ha convertido en un indispensable de la vida diaria para casi todos. Y la fibra ha conseguido que la mayor parte de la población pueda tener acceso a él en buenas condiciones. Sin embargo, la conexión por satélite sigue siendo una opción, y en ocasiones la única, para una buena parte de la población. Concretamente, para los vecinos de las poblaciones rurales remotas y con pocos residentes, donde la fibra no llega. “La principal ventaja de internet por satélite es la cobertura, porque te puedes conectar prácticamente desde cualquier lugar, incluso en aquellas zonas donde no podemos llegar de otra forma”, indica José Antonio Morán, Director del grado de Ingeniería de Tecnologías y Servicios de Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Como explica Morán, el satélite no es más que un nodo de comunicación que permite comunicar elementos que están en puntos lejanos. A medida que han aparecido nuevas tecnologías de interconexión, sobre todo desde la aparición de internet, el satélite ha ido cayendo cada vez más en desuso. Pero, en aquellos puntos donde no llega lo que era antiguamente el ADSL por cable y lo que hoy día mayoritariamente es la fibra óptica, una de las principales opciones para poder llevar internet a los hogares es internet por satélite. “En los núcleos muy poblados es donde no hay necesidad, porque normalmente ya se han hecho los despliegues para instalar la fibra, ya que hay un retorno económico bastante importante. Pero, cuando el coste de la inversión no compensa teniendo en cuenta el número de usuarios posibles, la fibra cuesta que llegue a algunas zonas rurales. Esas son las zonas que llamamos comúnmente zonas ciegas, que son zonas de comunicación fuera de la red cableada“, explica el profesor de la UOC.

De acuerdo con el Banco Mundial, al 2021, menos del 50 % de la población de América Latina y el Caribe tenía conectividad de banda ancha fija y solo el 9,9 %  contaba con fibra de alta calidad en el hogar. Si bien el 87 % de la población vive dentro del alcance de una señal de 4G, el uso y la penetración reales siguen siendo bajos (37 %). Y solo 4 de cada 10 latinoamericanos de zonas rurales tienen opciones de conectividad en comparación con el 71 % de la población de zonas urbanas.

¿Cómo funciona?

Los satélites son dispositivos que están orbitando alrededor de la Tierra y se usan como elementos de telecomunicación: se envía una onda desde la Tierra hacia el satélite, que este procesa y vuelve a enviar hacia otra zona terrestre. “Al no tener vista directa debido a la curvatura de la Tierra, no podemos hacer una transmisión directa entre zonas distantes a partir de ciertos kilómetros porque no hay una visión directa entre las antenas. Una posibilidad cuando no tenemos otras alternativas más económicas como la fibra es utilizar estos dispositivos de telecomunicación que tenemos orbitando para hacer transmisiones a larga distancia”, señala José Antonio Morán.

Al inicio se utilizaba principalmente en sistemas como los primeros servicios de televisión que se recibían de otros países, desde donde se empleaban los satélites como vía para hacer llegar la señal. Pero, con la llegada de internet, también comenzó a proporcionar conectividad para poder navegar por la red.

Ventajas e inconvenientes

El satélite no es la única opción para que las zonas fuera de la red de cableado tengan cobertura. Otras posibilidades son WiMAX o LTE y las redes móviles o línea fija mediante enlaces de microondas, aunque normalmente estos quedan reducidos a distancias relativamente cortas. Según los expertos, la conexión por satélite es la más económica y sencilla cuando la fibra no llega al lugar. Lo único que requiere es disponer de electricidad para poder alimentar la antena de recepción, que se enfoca hacia el punto del satélite que va a hacer de puente, y a partir de ahí se realizan las transmisiones de los datos. Por eso, el único coste es el de instalación de la antena. “La cobertura es casi del 100 % siempre que tengas una vista directa al cielo, aunque algunos factores pueden afectar a la calidad y disponibilidad de la conexión en áreas específicas, como la ubicación geográfica, la obstrucción de la línea de visión al satélite (por ejemplo, edificios altos o árboles densos) y condiciones climáticas adversas”, señala José Antonio Morán.

También tiene sus inconvenientes. La principal es que no suele llegar a las velocidades de transmisión que permite la fibra óptica, que en la actualidad es el referente de calidad en cuanto a transmisión de señal de telecomunicación. Es decir, ofrece conectividad, pero no una conectividad de altísima velocidad como la fibra óptica. Por eso la latencia puede no ser suficiente, por ejemplo, para un videojuego colaborativo. “Cuando usamos aplicaciones que están muy cercanas al tiempo real, lo que necesitamos es un tiempo de latencia muy bajo que permita enviar información muy rápido con una respuesta igualmente rápida. Si estás jugando a un juego en el que debes acabar con tus contrincantes y la latencia es alta, en el tiempo en que te giras, el contrincante ya te ha eliminado”, explica el profesor de la UOC.

La razón es que la señal debe recorrer los 36 mil kilómetros que separan la Tierra de los satélites geoestacionarios, y eso implica un retardo desde que se envía la señal hasta que el servidor procesa la señal en remoto y la devuelve. Esto no supone un problema para navegar por internet, ya que ese retardo puede oscilar entre los 500 y los 800 milisegundos, pero sí lo es en aplicaciones en tiempo real como los juegos en línea que requieren interacción rápida entre los usuarios o videollamadas, que también tendrán cierto lag. Tampoco permitiría otras aplicaciones en las que son necesarias velocidades cercanas al tiempo real.

Además, en toda transmisión de ondas electromagnéticas a larga distancia, las inclemencias del tiempo pueden influir en el servicio. Por eso, en situaciones climáticas adversas pueden darse pequeños cortes o puede que baje la calidad del servicio, algo que no ocurre con la fibra óptica, en la que la onda va a toda velocidad a través de un tubo cerrado que no tiene ningún tipo de interferencia externa. “Salvo que se rompa la fibra, la calidad que tenemos es siempre la misma, porque está en un entorno muy protegido. Por eso se consiguen esas velocidades de transmisión tan altas”, señala Morán.

Otros usos de los satélites

Además de la conectividad a internet en zonas remotas y la transmisión de señales de televisión y radio a largas distancias, los satélites tienen otros usos. Entre ellos, la observación de la Tierra, ya que pueden proporcionar información útil para las previsiones meteorológicas, o el GPS, “que es el uso por excelencia de los sistemas por satélite. Todos llevamos un receptor GPS en nuestro móvil, con el cual podemos ubicarnos gracias a los satélites”, indica el profesor de la UOC.

Otro uso, aunque no doméstico, es que pueden ejercer un buen papel como sistemas que garantizan la señal: en caso de caída de otros sistemas de telecomunicación, los satélites desempeñan un papel crucial como respaldo y alternativa para mantener la conectividad y las comunicaciones. Proporcionan conectividad confiable en situaciones de emergencia, en áreas remotas y en aplicaciones militares, gubernamentales y de navegación. “Su capacidad de cobertura global y su independencia de la infraestructura terrestre los convierten en una opción valiosa para mantener las comunicaciones en diversas circunstancias”, explica José Antonio Morán.

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