Adicciones en época de COVID-19.
Por: Dra. Guadalupe Ponciano Rodríguez, Académica y Especialista en Tratamiento de Adicciones*
Probablemente ningún habitante de nuestro planeta ignora que la enfermedad COVID-19, causada por el coronavirus SARS-CoV2 (Severe Acute Respiratory Syndrome- Coronavirus-2) apareció en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei en China, en diciembre de 2019. Cuando escuchamos por primera vez la noticia parecía ser un brote sin importancia en algún lugar lejano de Asia, algo que no nos podía tocar y que se sentía ajeno a nuestra realidad. Ahora, unos meses después, hablamos de una pandemia que ha transformado nuestra percepción del riesgo relacionado con las enfermedades virales y que nos ha puesto a reflexionar cuán importante es la salud y lo frágil que es la vida, así como a cuestionarnos sobre los efectos de la actividad humana en el planeta, la fragilidad de nuestros sistemas de salud, de la economía, las relaciones humanas y muchas cuestiones más.
Ahora todos añoramos la maravillosa cotidianeidad de actividades que antes nos parecían tediosas como estar inmersos en el tráfico, hacer compras o trasladarnos de un sitio a otro de nuestra gran ciudad. El aislamiento social, necesario para poder controlar la diseminación del coronavirus, para muchas personas ha sido un generador de estrés, ansiedad y agresividad, mientras que para otras ha sido un espacio de análisis sobre su estilo y forma de vida. No cabe duda que la cuerentena nos ha puesto a prueba.
Es precisamente este último punto el que abordaremos en este artículo, ya que para muchas personas el consumo de drogas forma parte de su estilo de vida. Aunque hay varias definiciones de lo que es una adicción, en general ésta se considera una enfermedad mental crónica y recurrente que se caracteriza por una búsqueda patológica de la recompensa o del alivio a través del consumo de una sustancia psicoactiva o droga, o bien a través otras conductas (ludopatía, por ejemplo).
La cuarentena ha puesto a prueba los procesos de desintoxicación, los tratamientos presenciales, las sesiones de grupos de auto-ayuda y desafortunadamente cuando esto pase habrá nuevos adictos a diversas sustancias, los cuales encontraron en el consumo de distintas drogas un escape a su estrés y ansiedad generados por el encierro y por COVID-19 (Coronavirus Disease-19).
Es verdaderamente revelador leer noticias que consignan compras masivas de marihuana en Amsterdan, Rotterdam y La Haya, y ver sujetos haciendo largas filas para obtener su sucedáneo de “tranquilidad” o enterarse de compras de pánico de alcohol ante el anuncio de la “Ley Seca”, de personas que también hacen largas filas (sin importar el riesgo de contagio), que no se imaginan poder soportar el aislamiento social sin el apoyo que, para ellos, representa su dosis diaria de alcohol.
Se entiende que la cuarentena es estresante para todos, sin embargo es importante considerar que para las personas adictas, la forma de actuar ante el estrés puede ser el consumo. También hay un mayor riesgo de recaídas, es decir personas que habían logrado controlar su adicción, ante esta situación que les provoca un desequilibrio emocional, vuelven a consumir; el aburrimiento y la frustración son factores de riesgo para que una persona que presenta una adicción recaiga. Muchos tratamientos presenciales han debido interrumpirse en etapas clave, especialmente aquellos en los que se utilizan fármacos como metadona y buprenorfina es especialmente importante encontrar la manera de darles continuidad. Por otra parte, las restricciones de movilidad determinan que los “proveedores” de drogas vean limitada su actividad en ciertas zonas, con el impacto consecuente en usuarios adictos que muestran síndrome de abstinencia y representan un problema para sus familiares.
La cuarentena elimina el apoyo social del grupo que ha demostrado ser fundamental para la recuperación de los adictos. Asimismo, este distanciamiento incrementa el riesgo de sobredosis en personas que muchas veces viven solas y consecuentemente podrán fallecer sin tener posibilidad de atención oportuna. Es importante recordar que aunque existe la forma de realizar reuniones y atención de forma virtual, en nuestro país hay un grupo importante de la población que carece de computadora y de adultos mayores que no tienen habilidad para el manejo de la tecnología moderna. Por otra parte muchos consumidores de drogas se encuentran en situación de calle, siendo estigmatizados, por lo que es muy complicado que tengan acceso a los servicios de salud.
Desafortunadamente existen múltiples conductas asociadas con el consumo de drogas que representan un incremento del riesgo de contagio por SARS-CoV2, los cigarros, churros de marihuna, vapeadores, copas, jeringas, pipas de agua, etc., se transforman en fomites ideales para la transmisión del virus.
Todas las drogas inhaladas, cigarrillos de tabaco, de marihuana, vapeadores, cigarrillos electrónicos, pipas de agua, de marihuana, piedra, cocaína, etc., requieren un comentario aparte ya que su vía de entrada al organismo es a través del aparato respiratorio al cual dañan a través de la inhalación crónica de partículas y sustancias tóxicas, por lo que sus consumidores son más susceptibles a adquirir la infección y a tener consecuencias más graves, por ejemplo neumonía bilateral así como requerir respirador mecánico e internamiento hospitalario.
Algunos estudios que han encontrado una mayor mortalidad en hombres que en mujeres apuntan al hecho de que éstos tienen una mayor prevalencia de adicciones como tabaquismo. Otro factor importante que debe mencionarse es que muchos fumadores ya tienen enfermedades pre-existentes como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) que determinan que su aparato respiratorio presente daños importantes como destrucción alveolar, reducción de la función pulmonar y bronquitis crónica, por lo que el pronóstico ante la COVID-19 es francamente malo.
En un estudio de la Universidad de Columbia Británica en Canadá se observó que en el tracto respiratorio inferior de los fumadores y enfermos de EPOC, se encuentra una mayor expresión de la enzima ACE-2 (enzima convertidora de angiotensina 2), lo que predispone a un riesgo sustancial de agravamiento de la infección del SARS-CoV2 ya que el virus emplea esta molécula para introducirse en las células epiteliales.
Datos de China e Italia estiman que un fumador tiene 2.4 veces más probabilidad de sufrir una infección por coronavirus que precise hospitalización y oxígeno que un no fumador, lo que recalca la importancia de dejar de consumir drogas fumadas.
En el caso del alcohol, muchas personas tienden a tomar una copa para “escapar” de la sobrecarga de información, la incertidumbre y las exigencias múltiples que representa el confinamiento social. Ante la “Ley Seca” que se ha impuesto en muchos lugares se incrementa el consumo de alcohol adulterado con alcohol metílico, tal como ocurrió en Jalisco los días pasados (25-28 de abril), lo que determinó la muerte de 16 personas y la intoxicación grave de un mismo número.
La Organización Mundial de la Salud ha advertido que el consumo de alcohol puede poner a las personas en mayor riesgo de contraer el coronavirus, exacerbar la vulnerabilidad de su salud, los comportamientos de riesgo, los problemas de salud mental y la violencia. Su consumo excesivo se ha asociado de manera importante con conductas agresivas que propician la violencia intrafamiliar y con un incremento en el riesgo de suicidios. Al ser un depresor del sistema nervioso central, agrava la sintomatología de ansiedad, depresion y ataques de pánico. Asimismo, en personas con alcoholismo es frecuente encontrar otras patologías, por ejemplo hepatopatías y reducción de la respuesta inmune, lo que también conlleva un riesgo incrementado de infección con el SARS-CoV2.
En lo que respecta a otras sustancias psicoactivas, los consumidores crónicos de opioides presentan también un riesgo incrementado ya que pueden tener dificultad respiratoria que genera hipoxemia, lo que conlleva complicaciones cardiacas y pulmonares, reduccion de la respuesta inmune y sobredosis. Los que consumen metanfetamina, al tener ésta un efecto vasoconstrictor presentan daño en el endotelio de vasos y arterias. Entre los consumidores de cocaína hay una mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares. Las personas que inhalan drogas como el crack o la heroína tienen problemas respiratorios pre-existentes, entre los que destaca el asma.
Mención aparte merecen quienes utilizan drogas inyectadas, ya que la prevalencia de SIDA, hepatitis B y C, así como cáncer hepático es mucho mayor que la de la población general, por lo que el riesgo ante la COVID-19 se incrementa de manera importante.
Los ambientes donde usualmente se consumen sustancias psicoactivas representan también un desafío para el control de la COVID-19, las cárceles por ejemplo en las que hay un hacinamiento importante y se comparten drogas. Los sitios de tratamiento donde generalmente hay una sobrepoblación de individuos, por ejemplo, muchos anexos; es difícil llevar a cabo las medidas de higiene recomendadas para controlar la pandemia, siendo así otro reto de salud.
Así pues, los consumidores pueden estar expuestos a riesgos adicionales durante esta pandemia, los cuales están relacionados con las conductas asociadas al uso de sustancias psicoactivas, los sitios de consumo y los lugares donde se brinda atención. Asimismo es importante mencionar que este riesgo también se incrementa por la alta comorbilidad física y psicológica que presenta este grupo. Los fumadores son un buen ejemplo, ya que muchos de ellos ya tienen daño pulmonar importante por lo tienen una mayor probabilidad, no sólo de contraer COVID-19, sino de tener un mal pronóstico en caso de contraer la enfermedad.
Nunca antes la humanidad había enfrentado una pandemia con las características y la magnitud del COVID-19, es de esperarse que la salud mental de muchas personas se vea alterad ante el estrés prolongado que implica el aislamiento social e incertidumbre de lo que va a ocurrir. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) calcula que 1 de cada 5 personas al finalizar la pandemia podrán ver afectada de manera grave su salud mental. Las adicciones son enfermedades mentales que también podrán incrementarse o agravarse, ya que su comorbilidad psiquiátrica es muy elevada.
Ante esta problemática nos permitimos sugerir las siguientes medidas:
- Seguir estrictamente las normas de higiene establecidas para toser y estornudar, respetar el aislamiento social y la sana distancia, lavar continuamente las manos con agua y jabón o usar un gel sanitizante, desinfectar todos los implementos que se utilizan para el consumo de drogas, como cajetillas de cigarros, encendedores, vapeadores, etc. Usar jeringas desechables, bajo ningún motivo compartir cigarrillos, agujas, pipas, pipas de agua, bongs, etc., recuerda que el virus se transmite a través de la saliva, de las gotitas respiratorias y/o del contacto con objetos contaminados.
- Reducir el consumo de sustancias psicoactivas, apoyándose en los recursos que ofrece el internet y en las sesiones virtuales de Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos, y otros grupos de autoayuda. Consultar a los profesionales de la salud que continúan dando consulta de manera virtual.
- En caso de fumar o utilizar vapeadores en el interior de la vivienda, procurar que el espacio esté ventilado y nunca hacerlo en contacto con personas sensibles como niños, ancianos, enfermos y mujeres embarazadas.
- No beber en presencia de niños y adolescentes, ya que este tipo de conductas se aprenden rápidamente. Por otra parte el consumo excesivo de bebidas alcohólicas incrementa las conductas agresivas y la violencia.
- Mantener un estilo de vida saludable: dieta sana y balanceada, patrones de sueño adecuados y ejercicio físico. Probar nuevas actividades como meditación, yoga, lectura, escribir un diario, aprender a cocinar, etc.
- Mantener un contacto cercano con seres queridos y amigos a través de teléfono, correo electrónico o reuniones virtuales, aprovechar la tecnología. Estimular la armonía familiar en casa.
- Formar sus propias redes de apoyo y contención, por ejemplo amigos y grupos de ayuda mutua que puedan responder rápidamente ante alguna situación de emergencia.
- Limitar la exposición a noticias sobre el COVID-19, nunca más de 30 minutos al día, y de usar fuentes confiables. Un exceso de información solamente genera estrés y ansiedad.
- Ante síntomas de depresión, ansiedad, ataques de pánico, u otros, comunicarlo a la familia para buscar ayuda profesional. Actualmente hay varias líneas telefónicas que apoyan en estas situaciones, como la de la Universidad Nacional Autónoma de México: 55 5025 0855, Locatel: 55 5658 11 y la línea de la Vida de Conadic 800 911 2000.
Por otra parte, la pandemia puede ser un excelente momento para dejar de
consumir, no es fácil, eso lo sabemos, pero podemos aprovechar este tiempo de aislamiento social, libre de las presiones del tráfico y de la gran ciudad, para fortalecer nuestro cuerpo y nuestra motivación y fuerza de voluntad para dejar de consumir drogas. Así recordaremos: “la pandemia del coronavirus del 2020… cuando me liberé de las drogas”. Que así sea.
*Dra. Guadalupe Ponciano Rodríguez
Académica y Especialista en Tratamiento de Adicciones
Departamento de Salud Pública, Facultad de Medicina, UNAM
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