Salud

AIDS 2020 en la nueva normalidad

Por: Indiana Torres Escobar, DM, Msc, MeP, DLSHTM, Ph.D, Facultad de Medicina, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Cuando a lo largo de muchos años, en las clases de infectología, les hablaba a mis alumnos del impacto de la gripe española y de la tremenda mortalidad que provocó, siempre asomaban miradas de incredulidad; parecía que era lo mismo que se hablara de 1918 a. C. o del siglo pasado. Era una situación lejana, una historia que nada tenía que ver con ellos.

Esa lejana realidad ahora se encuentra con nosotros y está forzando a que nos adaptemos a lo que se ha denominado nueva normalidad porque es distinta a la que conocíamos y porque para retomar la vida cotidiana y de trabajo necesitamos normalizar las formas de relación que la virulencia, no del todo dilucidada, del SARS-CoV-2 nos impone.

Parte importante de esta nueva vida es que lo virtual se ha convertido en la forma de comunicación habitual. Desde hace cuatro meses, todos los días, las relaciones humanas, en especial para muchos que permanecen en casa, se dan a través de una pantalla.

Misas, velorios, encuentros de trabajo, reuniones de planificación, consultas médicas, distinto tipo de celebraciones y aniversarios se desarrollan a distancia.

La actividad académica no podía escapar al fenómeno. Nos vimos forzados a incorporarnos de manera acelerada a lo virtual, e impartir, con o sin capacitación suficiente, desde programas de kínder hasta de doctorado, así, se multiplicaron las sesiones electrónicas, que incluían clases, exámenes y graduaciones.

Quienes hemos vivido más de 50 años, asistimos a la evolución de las comunicaciones y a una nueva forma de impartir una catedra en medicina. Al principio, no asimilábamos el dar una clase sin ver a los estudiantes a los ojos, sin observar sus gestos y comportamiento ante nuestra explicación frente al pizarrón, o auxiliándonos con modelos anatómicos, muchas veces reales, para utilizar después, con un aporte gráfico significativo, retroproyectores, diapositivas, hasta llegar a las proyecciones desde la computadora.

Durante los últimos cuatro meses todos los días hemos estado frente a las pantallas. Ante nosotros, si el número de participantes lo permite, vemos a las personas en el espacio en que se encuentran en el momento de necesitar conectarse. Invadimos sus habitaciones, hogares, espacios de trabajo. Dependiendo del lugar, compartimos los sonidos familiares antes totalmente desconocidos. Con mayor o menor cuidado de la apariencia personal, múltiples rostros aparecen en las mencionadas pantallas, las cuales, hasta la llegada de la epidemia, habían tenido otro uso.  

De alguna manera, la educación médica continua, desde hace cierto tiempo, ya había iniciado transmisiones remotas, y también tuvo que adaptarse. De forma vertiginosa comenzó a abrumarse a los médicos con sesiones de todo tipo y agendas a veces absurdas, sobre todo cuando se trataba de comunicaciones internacionales en donde el ritmo, al parecer, lo impone la disponibilidad de tiempo del ponente, lo que implica, además, coordinar los distintos husos horarios.

Hoy nos encontramos a pocos días del comienzo de la conferencia más grande del mundo sobre VIH/SIDA: AIDS 2020. Esta vigésimo tercera Conferencia Internacional de SIDA, con sede en San Francisco, en relativamente poco tiempo debió organizarse de manera virtual y, en consecuencia, se eliminaron todos los aspectos y necesidades de organización de desplazamientos, transporte, aforo, alojamiento, alimentación, seguridad, salud, permanencia de profesores, invitados especiales, asistentes médicos, medios de comunicación,  y participantes de la sociedad civil, y se centraron en garantizar un atractivo programa y condiciones tecnológicas eficientes en donde, desde el inicio, debieron considerar un convertidor de tiempo de acuerdo con la zona horaria en la que los participantes habitan.

Bajo las actuales circunstancias, este evento, que la Sociedad Internacional de SIDA -IAS- creó como una intersección de la ciencia, defensoría, promoción y derechos humanos en torno al VIH,  tiene frente a sí un importante reto:  la difícil tarea de que 20,000 participantes  de más de 170 países (científicos, activistas, profesionales de la salud, personas con VIH, políticos y periodistas), de manera conjunta, logren, a través de 222 sesiones virtuales,  el objetivo de fortalecer políticas y programas que garanticen una respuesta basada en la evidencia del VIH y las epidemias conexas.

La movilización de personas que viven con VIH, activistas y organizaciones de la sociedad civil que durante 22 años se hicieron sentir poderosamente en la Villa Global, tendrán presencia, a demanda, a través de seis canales, en la señalada conferencia.

La resiliencia es el tema central de este evento, el cual resulta apropiado porque el concepto literal de la capacidad de salir hacia adelante en medio de situaciones adversas se adapta perfectamente a esta situación inusual e inesperada que vivimos. Necesitamos de la resiliencia para que esta forma de comunicación y de relación a través de una pantalla nos permita sacar lo máximo; no va a ser fácil acudir a sesiones programadas desde la madrugada y conectarse a las conferencias a lo largo de muchas horas.

Se han organizado 12 sesiones denominadas “principales”, 27 talleres, 50 simposios, 62 sesiones para la presentación de resúmenes de investigación, 10 sesiones previas a las conferencias y más de 70 sesiones por satélite. Atender esto, además de resultar muy agotador, prueba la capacidad de concentración y, en muchos casos, una mayor irrupción a la privacidad, ya que se puede ser interrumpido más fácilmente al estar en la casa o en el trabajo.

Esperemos que esta prueba sea superada, que no sólo haya participación masiva en las 12 sesiones principales, y que se logre un buen nivel de discusión entre las y los participantes de todo el orbe. Con esta conferencia virtual se pondrá a prueba la respuesta global al SIDA a larga distancia.

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