Los búlgaros son pequeños nódulos , que pueden medir entre 0.3 y 2.0 cm de diámetro, están formados por bacterias y levaduras que se alimentan de lactosa, es decir el azúcar que se encuentra de forma natural en la leche, lo que produce una doble fermentación.
Se caracterizan por tener una consistencia gelatinosa y un aspecto parecido al de una coliflor, ya que son blancos y abultados.
Existen de dos tipos, de agua y de leche, ambos tienen la misma microflora pero se adaptan a medios distintos y las enzimas que contienen son diferentes, aunque los más usados son los de leche.
Beneficios de los búlgaros
- Aporta una gran cantidad de calcio y otros minerales esenciales como magnesio y fósforo.
- Sus probióticos fortalecen el sistema inmunológico.
- Mejoran la digestión y ayudan aliviar los sínomas del colón e intestino irritable.
- Aporta bacterias buenas para el tracto gastrointestinal.
- Previenen las infecciones estomacales.
- Se digieren con facilidad por lo que es una buena opción para los intolerantes a la lactosa.
- Tienen propiedades antiinflamatorias.
- Son un desintoxicante natural y permiten eliminar lo que no necesita tu organismo.
- Ayudan a tratar la gastritis y la colitis.
- Fortalecen los huesos.
¿Cómo se cultivan?
- Consérvalos en un frasco de vidrio o plástico, evita el metal.
- Cúbrelos con una tapa que quede suelta o malla, para que puedan liberar el gas que producen.
- Llena el recipiente con leche fresca.
- Colócalos en un lugar fresco, deben estar a temperatura ambiente sin que les de luz directa.
- Utiliza un colador para separar la leche de los búlgaros cada 24 hrs.
- Lava los búlgaros y vuelve a cubrirlos con leche fresca.
- Evita dejar la misma leche por más de 36 hrs.
SGR
Te puede interesar:
Hábitos saludables contribuyen al éxito de la lactancia materna
Decenio del Envejecimiento Saludable
