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Saliendo a Tokio Pa' Después ir a Singapur. Primeras Experiencias

En el aeropuerto de la Mexico Shitty, iniciando un viaje bien exótico. Bueno, pa’ mi. Resulta que voy a Singapur, acá cerquitas, nomas cruzando el charco, pero el grandote. Es un viaje bien inchi largo. Algo así como tomar el Estrella Blanca a Culiacán. Ajortunadamente, todo empieza , como se dice en chino, Chi-Do. Voy primero a Tokio. Voy a tomar el vuelo directo Nopalandia-Narita de All Nippon Airways (ANA) que es bastante reciente. Luego conecto a Singapur en vuelo de Singapore Airlines. O sea, un viaje bien inchi mafufo, puesn.

La atención de ANA es a la japonesa. Nomás se acerca uno cerquitas de los mostradores y se apersona un siñor todo trajiado, como monito de pastel de bodas. A pesar de tener cara de totopo con frijoles refritos, el siñor hace una reverencia onda pelícila de samurais y le pregunta a uno si es de bisnes o bien es parte de la perrada. Y le da igual, pues con la mesma amabilidá, el siñor le entrega a uno la forma de migración y gentilmente le indica por donde ir. Yo voy en bisnes, pues lo singapureanos se mochan chido. La perrada, pus en chickenclás.

No había gente en la fila, pus llegué bien tempras, como a las 11:30 piem. El vuelo sale a las 2:20 am (pa’ inchi horita que escogen los del sol naciente para iniciar el viaje). Dos señoritas (bueno, a lo mejor son casadas y tienen una bola de chilpayates , pero por estos lares les decimos “señoritas” ¡qué se le va a hacer!) me reciben al final del camino señalado por los postes y listones típicos de los aeropuertos y me indican que pase al mostrador correspondiente. Una de ellas hasta quiso ayudarme con mi maleta. Pero ahí sí que ni mais palomais. Mi Santa Madre me enseñó que un varoncito no debe dejar que una mujer porte lo pesado si uno está en capacidad de hacerlo. Total, todo transcurre en buena onda, ya que la señorita me sonríe amablemente y, pocas cosas como una sonrisa para alegrar el momento, verdá de Diosito Lindo.

La ostra señorita se pasa del otro lado del mostrador y me atiende de una manera simpática y eficiente, como si estuviéramos en Japón. Le pido que cambie mi asiento del vuelo Tokio-Singapur, pues quiero ventana para poder ver al Pacífico en sus avatares en el oriente desde arriba. Al principio, la señorita me dice que no se puede, ya que ese vuelo es por Singapore Airlines, no por ANA. Le digo que pus tons mi modo, y que me aguanto, como elemento que soy de la raza de bronce, la que se dobla, pero no se quiebra. Pero la ´ñorita, fiel a su entrenamiento nipón, se enfrasca con la computadora en una lucha cuerpo a cuerpo y me resuelve diligentemente el predicamento. Quien sabe que hizo, pero me puso en ventana. Agradezco el gesto, recojo mis bordinpases y me retiro. En el camino de retorno al pasillo, tres señoritas, dos mexicas y una japonesa, así como el siñor trajiado de hace rato, me hacen caravanas y me desean buenas noches y feliz viaje. Neta que hasta me sentí importante.

Paso el filtro de seguridad, junto con la raza que va a otros lados. Dado la hora, hay bien poquita gente. Como no hay el estrés de la multitud, todo transcurre suavemente, sin purrumes de ningún tipo. Me enfilo, pasando por las tiendas diutifrí cerradas, hasta el salón llamado pomposamente Grand Lounge (Ahí sí, chucha). Éste es el salón donde meten a los vi ai pí de los vuelos de Air France y de Ka Ele Eme. He estado varias veces en este salón, que estaba, como se dice en Chino, Pin Chon. Ahora, que lo toma ANA en las altas horas de la nait (el último vuelo de Air France se pira a eso de las 23:00), ta rebonito, neta. Le pusieron enredaderas y flores de plástico que están dos-tres nacashimas, pero que se ven mejor que los muros pelones de antes. Y el personal es muy atento, como en Japón.

Lo reciben a uno tres señoritas (nuevamente, no averigüé sobre su verdadero estado civil, pero, usando, y quizás abusando, de la licencia literaria, me permito asumir y sugerir que su doncellez permanece intacta) bien atentas y sonrientes. Una es claramente de ascendencia nipona. Los genes no mienten, ingá. Entre las tres, leen mi bordinpás con actitud de Sandy Bell, checan en su compu que no sea cachirul y, haciendo una reverencia simultáneamente las tres, me desean feliz estancia. La del extremo derecho, me devuelve el bordinpás tomándolo con ambas manos, como se hace en Japón. Entro al salón que hasta cantos de pajaritos tiene, onda el túnel de Av. Chapultepec que pasa abajo de Insurgentes. Ahí, una simpática señorita (otra, no las de la entrada), me hace una reverencia y me pregunta muy atenta “¿dónde se quiere sentar señor?” “Chale,¿ como que dónde?” Me interrogo yo, acostumbrado al salón de Aeroméxico, donde normalmente me siento donde puedo. Pus acá, en ANA, hasta chance de escoger me dan.

Total, me siento donde me late chocolate. Le pregunto a la señorita cómo entrar a internet, y me dice que orita me dicen. “Chale”, me dije a mi mismo, “inchi nalga ‘ndeja, ora sí que ya brotó el huitlacoche”. Pero nel, en un santiamén llega un bato con cara de nerd y, haciendo una reverencia, se espera a que saque mi compu y la prenda. Luego me indica como entrar a la red y se queda hasta que ve que no me apendejé y que sí logré accesar. Tons hace mutis, con su respectiva reverencia. Ipsofactamente, se apersona un solícito mesero quien también hace su reverencia y me pregunta que deseo. Le digo que un güisquito, que permitirá que me decerebre una vez en el avión. Me dice que de cual. ¡Ah chingá! Si en el salón de Aeroméxico hay balantains o balantains. Y si no quieres d’ese, pus la única otra opción es el Tech Ingas. Pues acá hay Balantains, Lloniguoquerblac y Glenmoranlli. ¡Ingón, un single mal!. Pus va, me lo estoy metiendo por pura bondá, nomás pa’ que no se me ponga triste el mesero, quien es tan atento. Ya voy en el segundo.

El salón está con poca ocupación. La mayoría de los asistentes son japonésidos. Y la onda está bien nipona. La mayoría están bien sentaditos, bien educaditos, como muñequitos de sololoy. Pero en un rincón, hay un grupo que ya agarró la peda a la japonesa. Hablan fuerte, se ríen y todo indica que traen un buen cotorreo. Pero fuera de hacer ruido, no se meten con naiden. Solo espero que no me toquen cerquitas de mi asiento en el avión.

Pus bueno, eso es lo que tengo que reportar a esta hora, las 01:20 de la tumorrou del 18 de abril del anno domini 2017. Una vez más en el rocanrol, camino a la defensa de la chuleta y a dejar en alto el nombre de México en tierras exóticas. A demostrar que tambor aquí merengues, en esta tierra del esmog y las tortas de tamal, también hace aigre y con todo y chiflonazos. ¡Cómo ingaos no!

Pa’ los desvelados, pus buenas noches. Pa’ los dormidos, ahí no leemos mañana.Ahí cuando se desgeten, pus quien sabe donde andaré en término de latitud y longitud. Pero, de que los estoy licando, no tengan duda. Así que abusados, abusados nomás.

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