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Palabras de la Lic. Lorena Cruz Sánchez, Presidenta del INMujeres

La salud es un derecho básico, vital y sobre todo inalienable, de las mujeres. Su respeto, garantía y promoción por parte del Estado mexicano es un compromiso ineludible.

Hoy expreso mi reconocimiento a la Secretaría de Salud y al Gobierno de la República. También, y de manera señalada, a todas las organizaciones de la sociedad civil que, en muchos casos, tienen décadas de trabajar el  tema de la salud de las mujeres, esforzándose para posicionarlo en la agenda pública, en los presupuestos gubernamentales y en la conciencia ciudadana.

El acceso a la salud es un derecho que no puede ser condicionado ni arrebatado a ninguna mujer, bajo ningún argumento.

Es inaceptable que existan mujeres mexicanas que mueren por no tener una adecuada atención hospitalaria, o simplemente por no tener acceso a servicios básicos de salud.

Es inaceptable que exista personal de salud que les niegue la atención, que las regañe, que les condicione sus citas o las maltrate, desestimando su palabra y diciendo que todos sus males son emocionales.

Es inaceptable que los prejuicios culturales impidan que las mujeres acudan a los servicios médicos para detectar a tiempo la presencia de enfermedades prevenibles.

No debemos aceptar que haya operadores de salud que, basándose en criterios personales, priven a las adolescentes de información, educación y acceso a métodos anticonceptivos.

Es contrario a toda justicia que los embarazos limiten el futuro de niñas de 12, de 14 años de edad, que así ven acotado el ejercicio de sus derechos humanos.

Existe una amplia brecha de género en términos de salud que ciertamente ha venido reduciéndose en los años recientes. Sin embargo, continúa siendo un desafío para las instituciones.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, por ejemplo, destaca que en los últimos 12 años las cesáreas se incrementaron en más del 50 por ciento, sobre todo en el sector privado.

¿Por qué nos alarma esto? Porque un gran número de esas intervenciones no tuvo una razón médica justificada.

Al mismo tiempo, la propia Encuesta también muestra que la prevalencia de cobertura de mastografías en los últimos dos años fue de 29.4 por ciento para las mujeres de 50 a 69 años, y de 17.2 por ciento para mujeres de 40 a 49 años.

Estos porcentajes están muy por debajo del 70 por ciento que la Organización Mundial de la Salud sugiere que deben cubrir los programas de tamizaje.

Inmujeres ha sumado esfuerzos con diversas organizaciones, trabajando dentro de comités, consejos y grupos de trabajo, como el Comité de Arranque Parejo en la Vida, el Comité Nacional de Cáncer en la Mujer, el Consejo Nacional para la Prevención y Control del Sida, el Grupo Interinstitucional de Salud Reproductiva, y el Grupo de Trabajo para la Salud de la Adolescencia.

 Hoy, en coordinación con el Instituto Nacional de Salud Pública, presentamos el Monitoreo de la Atención a las Mujeres en los Servicios del Sector Salud 2012.

Se trata de un mapa de ruta para seguir en el ámbito  institucional, y también es una herramienta de diálogo, coordinación y trabajo con el Sector Salud, a quien vemos como un aliado estratégico para enfrentar los problemas que el Monitoreo claramente ha señalado.

La cuidadosa investigación que hoy presentamos, da cuenta de la calidad de la atención que reciben las mexicanas en los servicios públicos de salud. Se trata de una fuente de información precisa, confiable y sobre todo útil,  recabada por el equipo de investigación encabezado por el doctor Mauricio Hernández Ávila.

Refrendo aquí la determinación del  Instituto Nacional de las Mujeres de hacer de esta investigación uno de los pilares de un amplio programa de trabajo con la Secretaría de Salud y con las áreas estatales del ramo, para que, junto con las organizaciones de la sociedad civil, enfrentemos los retos que nos presentan temas tan prioritarios como:

·         La atención de la salud sexual y reproductiva de las y los  adolescentes, y la prevención de embarazos en este grupo;

·         La mortalidad materna y la atención con calidad durante el embarazo, el parto y el puerperio;

·         La necesidad insatisfecha de métodos anticonceptivos;

·         La detección temprana y el tratamiento oportuno del cáncer cérvico uterino y de mama;

·         Y también, para detectar y atender oportunamente los daños a la salud de las mujeres asociados con la violencia familiar, la sexual y la de género.

Tenemos que recordar que las instituciones de salud más importantes del país deben facilitar y ampliar la atención de emergencias obstétricas.

En este sentido, desde 2008, INMUJERES ha trabajado con el sector salud estatal y federal en un Modelo de Capacitación que atienda estas emergencias. En el instituto estamos convencidas de que la Meta del Milenio de reducir significativamente la mortalidad materna es alcanzable, siempre y cuando sumemos esfuerzos y voluntades.

Por último, quiero insistir en un aspecto crucial: la prevención de la salud.

Ésta no sólo implica ampliar la cobertura de los servicios y acercarlos a mujeres y niñas. No sólo implica contar con campañas que  promuevan la detección oportuna de enfermedades, poniendo el acento en zonas rurales y marginales. Prevenir también es emprender estrategias conjuntas para conseguir un cambio cultural en la manera como se percibe la salud de las mujeres.

Está muy extendida la idea de que las mujeres tienen que cuidar su salud NO porque tienen derecho a estar sanas, sino porque su salud garantiza que estarán disponibles para atender a los demás.

Los estereotipos de género han asignado a las mujeres la responsabilidad del mantenimiento de la salud de los otros, sean estos familiares, parejas o integrantes de las comunidades donde viven.

Los hospitales, las clínicas y demás servicios de salud están llenos de mujeres acompañantes de enfermos. Cuando decae la salud del padre, de la madre anciana, de una hija, un hijo, de un esposo o compañera, se piensa que “naturalmente” la o las mujeres de la familia deberían atenderlos.

Se considera que la mujer –sea hermana, hija, nuera, madre o novia—tiene la obligación de hacerlo. Y no es así.

Es preciso que diseñemos estrategias que incluyan a los hombres en los procesos de prevención, cuidado y atención de la salud.

Necesitamos trabajar mucho más de cerca con los equipos de salud que inicialmente reciben a las mujeres. Sabemos que en ocasiones es en este primer nivel donde se obstaculiza su derecho a la salud.

Los derechos fundamentales se ejercen, no se negocian; se respetan y se protegen.

Tenemos que mover a México hacia un esquema de salud integral.  El Instituto que tengo el honor de dirigir, es un firme aliado de las instituciones y de las muchas y muy diversas organizaciones de la sociedad civil, que coadyuvan en este noble esfuerzo.

Cuentan plenamente con el compromiso del Inmujeres para que, entre todas y todos, alcancemos la meta de un México sano.

 

Muchas gracias.

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