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Divagaciones de la Manzana

Cómo no tener presentes hoy aquellos años cincuenta del siglo XX, cuando todavía se practicaba abiertamente la discriminación racial en Estados Unidos, especialmente contra la población negra.

Imposible no recordar en estos días la prohibición que impedía a hombres, mujeres, jóvenes y niños de origen afroamericano ocupar los asientos delanteros en los autobuses o entrar a restaurantes, bibliotecas y otros espacios públicos reservados exclusivamente a los blancos.

La exclusión se extendía también a la población latina, al grado de que en algunos establecimientos de propietarios abiertamente racistas se exhibían letreros con los que se prohibía la entrada “a mexicanos y a perros”, en el colmo de la denigración. Y qué decir de las restricciones en el caso de los centros de enseñanza o laborales, plagados de medidas separatistas y discriminatorias.

Con los vientos de libertad que corrieron en los años sesenta vendría una ola de protesta creciente en las calles de muchas ciudades estadounidenses para reivindicar la igualdad de derechos entre todos los ciudadanos de ese país. Las gestas encabezadas por la figura icónica y decisiva del Martin Luther King forman parte de la historia de la lucha de humanidad en pro de la dignidad y los derechos civiles.

Lo asombroso y preocupante es que medio siglo después esté resurgiendo en nuestros días el racismo, una lacra que parecía ser ya asunto del pasado. Y lo peor es que no se trata de un racismo velado, disimulado, sino de la discriminación abierta en su peor expresión, bajo la modalidad del trato brutal de la policía a jóvenes y adultos afroamericanos. Esto, como era previsible, ha desatado violencias mayores, no sólo en ciudades con población predominantemente negra. Las protestas públicas se han expresado también en los grandes centros urbanos, como Washington, Seattle, Los Ángeles y Nueva York.

El detonante en esta ocasión fue la decisión de un gran jurado –constituido por nueve blancos y sólo tres negros– de no presentar cargos contra un policía blanco de Ferguson, Misuri, que mató el 9 de agosto a un joven negro que estaba desarmado. En un caso muy similar, un gran jurado decidió hace unos días no presentar cargos contra un policía blanco que en julio, en calles de Nueva York, mató por asfixia a un hombre negro que vendía cigarrillos sueltos en la calle. Se repite, pues, la historia de confrontación entre blancos y negros o, más bien, el racismo y la falta de justicia equitativa. Volvemos a una problemática que tendría que haberse resuelto en definitiva desde hace décadas.

Se trata de situaciones de violencia y desigualdad que, como decía, se extienden a la comunidad latina, sobre todo la de origen mexicano. Pues, ¿qué decir del trato a los migrantes que pretenden ingresar a Estados Unidos y son perseguidos, vejados e incluso asesinados, en condiciones donde los derechos humanos parecen no tener cabida? Porque los abusos policiacos contra nuestros compatriotas en Estados Unidos son cotidianos y, para colmo, en esos casos la reacción de nuestro gobierno, cuando ocurre, suele ser tibia y lamentable, como lo es la de las organizaciones de nuestros connacionales, por lo general tímidas e ineficientes. 

Ante tal problemática, resulta urgente defender y reafirmar los derechos humanos en todos los ámbitos de la vida pública de Estados Unidos, así como aplicar la justicia sin exclusiones y no de manera discrecional –como al parecer ocurre ahora–, poner un alto a las arbitrariedades de las corporaciones policiacas y rescatar la promoción y el respeto de los derechos humanos, a la par de la tolerancia con respecto a raza, sexo, edad, religión, ideología y, en general, preferencias personales de todos los individuos, sin excepción.

Y algo muy importante: llegado el momento de las elecciones de medio término en el vecino país, los ciudadanos deberán tener muy presente el voto en contra de aquellos políticos y agrupaciones que alientan y consienten la segregación racial, un fenómeno difícil de creer y más difícil de aceptar en pleno siglo XXI.

www.marthachapa.net.

Facebook: Martha Chapa Benavides

Twitter: @martha_chapa

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