AMIIF elaboró un recuento de los esfuerzos por parte de la industria a un año de la pandemia.

LaSalud.mx.– “Estamos profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción. Por lo tanto, hemos evaluado que la COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia”, declaró entonces el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Hace un año había al menos 118,000 casos en el mundo y 4,291 fallecidos. Desde muy temprano la industria biofarmacéutica de innovación supo que estábamos frente a una amenaza nunca antes vista y se movilizaron recursos humanos, materiales y económicos para encontrar una solución a la COVID-19.
El compromiso es:
• Compartir experiencia, conocimientos y herramientas para probar potenciales terapias.
• Compartir esfuerzos para acelerar el desarrollo de vacunas seguras y eficaces.
• Trabajar para asegurar la continuidad del suministro de medicamentos esenciales, vacunas y diagnósticos para personas con otras enfermedades potencialmente mortales.
• Aumentar las capacidades de fabricación de la industria, incluida la ampliación de las pruebas de diagnóstico y compartir la capacidad disponible para aumentar la producción una vez que se haya desarrollado una vacuna o un tratamiento exitosos.
• Compartir experiencia médica para apoyar a los sistemas de salud en el manejo de las presiones sin precedentes que ha traído el SARS-CoV-2.
Hoy 365 días después podemos hablar de:
263 vacunas en desarrollo para COVID-19, de las cuales 81 están en desarrollo clínico y 15 de éstas en fase III.
12 vacunas aprobadas por al menos un país y 3,922 estudios clínicos relacionados con COVID-19, de los cuales 89 estaban en México.
La OMS ha autorizado para uso de emergencia las vacunas desarrolladas por Pfizer/BioNTech y AstraZeneca/Universidad de Oxford.
En México hay cinco vacunas aprobadas por Cofepris, el regulador sanitario local: las desarrolladas por Pfizer/BioNTech, AstraZeneca/Universidad de Oxford, CanSino, SinoVac y el Fondo Ruso de Inversión Directa (Sputnik V).
Nada de esto hubiera sido posible si no existiera un sólido ecosistema de innovación que permitió no comenzar desde cero la investigación y el desarrollo clínico de vacunas, tratamientos y pruebas diagnósticas. Tampoco lo hubiéramos logrado de no ser por las múltiples alianzas que se construyeron entre gobiernos, academia, sector privado y sociedad civil.
Las empresasp han trabajado todos los días para ajustar sus capacidades de producción, a fin de responder a una demanda global sin precedentes de vacunas ya aprobadas.
Y siguen monitoreando la efectividad de las vacunas ya autorizadas frente a la aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2. Esta labor se ha dado en colaboración con académicos y especialistas de los sistemas de salud.
Uno de los aprendizajes del sector frente a esta pandemia es que la suma de talentos y la colaboración son imprescindibles. El esfuerzo coordinado de farmacéuticas, académicos, gobiernos, fundaciones y organismos multilaterales hizo que en menos de un año, y sin tomar atajos que pusieran en duda la calidad, seguridad y eficacia, se consiguieran varias candidatas a vacunas. Esto, en un contexto normal hubiera llevado hasta 15 años.
Otro aprendizaje, valioso para todos los actores, es la importancia de seguir invirtiendo en investigación y desarrollo. Esta no será la última pandemia, pero si puede ser que sea la última que nos tome por sorpresa.
La carrera contra la COVID-19 aún será larga, y los meses que tenemos por delante, como los que hemos dejado atrás, serán desafiantes. No es momento de bajar la guardia. Pero vale la pena detenerse a contemplar lo que esta gran alianza de actores hemos conseguido. En sus peores horas, la humanidad ha alumbrado el camino con la fuerza de la innovación.
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