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María del Rosario Espinoza, las enseñanzas de un padre

La taekwondoín María del Rosario Espinoza, fue anunciada como la abanderada de la delegación que representará a México en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, al ser considerada la nueva campeona olímpica después de conseguir la presea de oro en Pekín.

La joven de 24 años fue la deportista que superó en votación a la clavadista Paola Espinosa y la arquera Alejandra Valencia, así como al gimnasta Daniel Corral; todos considerados por el Comité como posibles candidatos a portar la bandera de México en la ceremonia inaugural el próximo 27 de julio.

“Para mí es un honor esta designación. Les decía que si llegaba a ser la abanderada sería un gran orgullo. El sueño de todo deportista es llegar a unos Juegos Olímpicos, pero el de llevar la bandera de tu país es aún mayor”, declaró a los medios la campeona olímpica de Beijing 2008.

Se trata de un merecido reconocimiento a la trayectoria de Espinoza, al ser la única deportista campeona en Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos, algo que sólo había realizado Ernesto Canto.

Sin embargo, detrás de una gran deportista también hay una gran familia y, en el caso de María del Rosario, una figura paterna que la ha guiado positivamente durante toda su vida.

“Mi papá es un gran ejemplo que sigo. Es alguien que me ha apoyado muchísimo en mi carrera como deportista. Es el pilar de nosotros como hijos y, del mismo modo para mi mamá, es alguien que vale mucho en la familia”, expresó la deportista.

En entrevista para La Salud, la campeona olímpica habló del lugar que ocupa su papá en vida, de las enseñanzas y lecciones que le ha dado, además del gran ejemplo que es para ella y para toda su familia.

Perseverancia y paciencia, las enseñanzas de Papá

“De niña recuerdo a mi papá como una persona muy trabajadora. Me acuerdo de él como pescador, cuando llegaba de los barcos con mariscos, entonces me ponía muy contenta”, comenta María del Rosario.

Desde ahí, desde la paciencia del pescador, la niña María del Rosario se va formando y va aprendiendo la disciplina del deporte a través de las enseñanzas de la vida.

Marcelino Espinoza es pescador. Trabaja en un barco camaronero, la principal actividad económica de la zona de Guasave, Sinaloa, unos 1.250 kilómetros al noroeste de México, y la madre, Felicitas, se dedica al hogar.

Las palabras de su padre Marcelino Espinoza no se le borrarán nunca de su mente ni estarán excluidas de sus actos: “La vida del pescador siempre tiene sus altas y sus bajas” le dijo Marcelino a su hija, cuando a sus 12 años comenzó a practicar el taekwondo de alto rendimiento, lo que le obligó a dejar su casa por largas temporadas.

Ocho años después, a los 20 años, con ese consejo clavado en su mente, como se asegura en el portal oficial de la delegación olímpica, María Espinoza conquistó la medalla de oro en un combate contra la noruega Nina Solheim, en la final de la categoría de +67 kilos del 
taekwondo. La medalla olímpica se suma al título de campeona del mundo ganado en 2007 y representa el mejor momento para su carrera.

“Mi papá siempre nos dijo que en la vida de pescador a veces había y a veces no. Mi mamá y nosotros siempre fuimos muy pacientes con él, porque a veces no había dinero y a veces sí, pero él era muy sincero en eso, porque si no había, trataba de compensarlo con otras cosas”, expresa María del Rosario.

Ese fue su primer ejemplo desde niña y “también con lo que crecí, con el esfuerzo de luchar por crecer, es algo que siempre nos decía mi papá, el crecer y salir adelante,  pese a todo, ver hacia delante”, asegura.

Otra lección que da el trabajo en el mar es la paciencia: “Una de las cosas grandes es la paciencia que tiene mi papá, y algo que nos ha transmitido mucho a nosotros es a ser pacientes y constantes, estar ahí siempre buscando lo que queremos. Es como un reflejo de lo que él nos decía de pequeños y también de lo que a él le pasaba cuando pescaba”, dice la deportista.

Para María del Rosario la imagen que los padres les dan a sus hijos es determinante: “Es un ejemplo que ayuda en el futuro, porque se van tomando decisiones durante toda la vida, pero  creo que las bases más importantes se dan desde niño, cuando uno está pequeño”.

La medallista practica el taekwondo desde que tenía cinco años. Ahora se siente muy orgullosa de ser la seleccionada para portar la bandera de México en los Juegos Olímpicos: “Me siento muy motivada y orgullosa de ser la abanderada, pero también estoy tranquila y me sigo enfocando en mi entrenamiento”, comenta.  

Y es que para María del Rosario, detrás de todo este éxito, talento, disciplina y  templanza, hay un gran hombre que ha determinado su carácter, un padre que  le enseñó, desde su trabajo en el mar, las mejores lecciones de la vida.

Entrevista Carlos Henze, con información del

Comité Olímpico Mexicano y Susana Paz

Fotografías del álbum familiar de Ma. Del Rosario

Espinoza

 

 

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