Salud

Conoce la relación entre la medicina y la música

LaSalud.mx .-El poder de la música sobre el humano es abrumador, por ello, Steven Pinker, un popular psicólogo y lingüista, lanzó una paradoja interesante sobre el papel de la música en nuestro cuerpo. Así, se ha detallado la relación que existe entre la medicina y la música en distintas áreas como la cardiología, terapias intensivas y otras enfermedades.

Efectos cardiovasculares y dolor

Un metaanálisis sobre la influencia de la música como opción terapéutica en la hipertensión reporta que sí hay efectos positivos en su control, y propone que esto es consecuencia de la disminución de la actividad del sistema nervioso simpático y la liberación de endorfinas. Otro estudio reporta el control de la variabilidad en la Frecuencia Cardiaca (FC) en individuos prehipertensos e hipertensos.

En otro, se encontró que en pacientes con infarto del miocardio, escuchar a Mozart disminuía las presiones sistólica y diastólica. Los tempos lentos y relajantes, o alegres, reducen la presión arterial (PA), la FC y promueven la vasodilatación; mientras que rápidos y tensos inducen la respuesta opuesta.

En la cirugía de cataratas, por su parte, la música reduce la FC y la PA de los pacientes, también disminuye la dosis de analgésicos en las cirugías urológicas cuando se realizan con bloqueo epidural; este efecto también se ha reportado en los pacientes internados en las salas de terapia intensiva, con un resultado semejante.

Otros beneficios

Expertos de todo el mundo han comprobado que escuchar música cambia, mantiene o refuerza afectos, estado de ánimo y emociones. De igual modo, relaja, dispara nostalgia, estimula efectos cognitivos, logra mayores significados, y es una plataforma de apoyo para trabajo mental. Se ha reportado que el escuchar música que evoca tristeza puede ayudar a sobrellevar el evento que la ocasionó, y que la música mejora el estado de ánimo y refuerza la función muscular después de algunos eventos vasculares cerebrales. En las personas de mayor edad, ayuda a mejorar el equilibrio, y ya que se ha encontrado una relación entre música y lenguaje, es beneficiosa para los pacientes con enfermedad de Alzheimer.

Los ritmos rápidos o de marcha mejoran el andar de los pacientes con enfermedad de Parkinson. El canto ayuda a aquellos con afasia a recuperar el lenguaje. Los niveles de cortisol disminuyen después de la terapia musical, y las células natural killer (NK) incrementan. Otros estudios reportan que en adultos mayores de 60 años, la música puede aumentar el número de linfocitos CD4+, interferón gamma, e interleucina-6 (IL-6). También se reporta un aumento en IgA saliva.

Un grupo de especialistas también ha evaluado el “efecto Mozart” para ayudar a resolver disonancias cognitivas y mejorar el desempeño académico. Encontraron que escuchar a Mozart sí tiene este efecto, y sugieren que sus resultados contribuyen a confirmar que la música se desarrolló para ayudarnos a resolver nuestras disonancias cognitivas generadas por el estrés y la toma de decisiones.

La música en las salas de terapia intensiva

Se ha comprobado, con diversos estudios, que el usar un disco con sonidos del océano -que semejan el ruido que el recién nacido escuchaba en el vientre materno-, bajó la frecuencia cardiaca, mejoró el ritmo para succionar y aumentó el tiempo de sueño de los bebés internados en la sala. Hay estudios que evalúan la influencia del ruido de la sala de terapia, e indican que este impide a los recién nacidos prematuros regular su frecuencia respiratoria y cardíaca, ya que tienden a ajustarse a los parámetros del ambiente donde se encuentran. Al darle un ritmo diferente a este ambiente, sus parámetros mejoran, además de que la terapia disminuye el estrés de los padres.

Otro tipo de relación

A lo largo de la historia, los compositores más famosos de música clásica han establecido relaciones con la música a partir de sus propias enfermedades. Ese es el caso de Ludwig van Beethoven, pues cuando estaba en una de sus peores etapas depresivas, su tracto gastrointestinal lo volvía loco y compuso el cuarto movimiento de la Sinfonía Número 2 en Re mayor, que refleja los sonidos que su cuerpo emitía: hipo, eructos, borborigmos y flatulencias que lo aquejaban.

Leonard Berstein, en sus cursos en Harvard en 1973, aseveró que el primer movimiento de la Novena Sinfonía de Gustav Mahler era una imitación de los ruidos cardiacos de su enfermo corazón: una amigdalitis para la que en la época aún no había antibióticos, evolucionó a fiebre reumática con una estenosis mitral que se transformó en chelos y cornos, para S1 y S2 respectivamente, y el soplo, mágicamente orquestado por las cuerdas. Al escucharlo, se identificará la maravillosa musicalización de la enfermedad que mató a este músico en 1911. Identificar los latidos en el primer movimiento hiela la sangre.

En conclusión, la música enriquece cualquier campo de su actividad. Escucharla, practicarla, bailarla, cantarla y vivirla puede hacer diferencias.

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