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Impactante película de secretos familiares…

Ganadora como mejor película en los premios BAFTA (Inglaterra), merecedora del premio del Jurado en el Festival de Berlín (Alemania) y ganadora en la categoría de mejor opera prima en los premios Cesar (Francia), llega una impactante película llena de secretos familiares  sin revelar . Uno de ellos: descubre,  ¿porqué Juliette  Mato a su hijo?

 

Protagonizada por una de las mejores actrices británicas contemporáneas Kristin Scott Thomas.

 

Les presentamos un fragmento de la entrevista con el Director Philippe Claudel

 

 P: Ha publicado novelas de mucho éxito y ha sido galardonado con numerosos premios literarios. ¿Por qué quiso hacer una película después de tantos libros?


R: Da igual que procedan de las palabras, del cine o de la pintura, pinté mucho en una época de mi vida, las imágenes siempre me han interesado. Me gusta profundizar en la visión del mundo mediante imágenes; me permiten iluminarlo, hacerle preguntas, incluso reflejarlo. Siempre he sido un loco del cine. Estudié Literatura e Historia en la Universidad de Nancy a principios de los años ochenta y realicé varios cortos con mis compañeros. Siempre estábamos delante o detrás de la cámara, todos éramos guionistas, operadores, actores y montadores. Ya escribía mucho en aquella época, pero sentía un gran deseo de crear y mostrar imágenes. El cine regresó a mi vida con Yves Angelo, al que conocí en 1999, cuando publiqué mi primera novela, Meuse l’oubli. Me pidió que trabajara con él. Nuestra primera colaboración fue el guión de Sur le bout des doigts, que dirigió en 2002. Luego, diversos productores me pidieron guiones, pero nunca se produjeron. Más tardes llegó la gran aventura de Almas Grises, que Yves se empeñó en rodar. Me involucró en la búsqueda de locaciones, en las pruebas de actores, lo que me despertó el deseo de controlar mi creación hasta el final. Pero hacer cine es muy complicado, hace falta mucha energía, tiempo y dinero. Es mucho más agotador que escribir. Puedo escribir una novela cuando quiero, dejarla un tiempo y seguir en otro momento. Pero cuando empieza la maquinaria del cine, no se puede parar. Por eso es necesario, al menos en mi caso, tener un tema en el que creer realmente para poder seguir hasta el final, para que el deseo siga intacto. Por suerte, así fue con esta historia.


P: ¿Supo desde un principio que no sería una novela?


R: Desde luego, lo tenía muy claro. Cuando empiezo a tener ideas para una historia, enseguida sé si será para una película o una novela. No sabría decirle por qué, pero nunca tuve la menor duda. A veces me han pedido convertir en novela un guión mío que no se haya producido, pero siempre me he negado, no sería capaz. Al igual que cuando escribo una novela, he intentado que esta película conmueva a personas muy diferentes.


Siempre me han gustado las novelas y las películas que no se limitan a un solo tipo de lectores o de público. No quería encerrarme en un género. Prefiero estar más cerca de la diversidad de la vida. Quiero filmar a las personas viviendo esas tonterías de la existencia que acaban siendo grandes alegrías, o cuando se callan y se hacen daño, o cuando son capaces de superar lo que podría destruirlas.


P: ¿Cuál fue el punto de partida de esta película?


R: La historia me permitió cristalizar elementos dispersos, como la reclusión y los secretos, que ya había intentado explorar en algunas novelas. Quelques-uns des cent regrets, publicada en 2000, tocaba el tema de los secretos entre madre e hijo. Me fascinan las vidas secretas que convierten a los conocidos en desconocidos. La reclusión es un tema familiar para mí; di clases en una cárcel durante once años. También quería que los personajes centrales fueran mujeres, algo que no he hecho en ninguna novela. Me encantan las mujeres, me fascina su fuerza, su capacidad de recuperación, de renacer, de apoyarnos y aguantar la vida miserable de los hombres. Tengo la impresión de que los hombres se rinden muy deprisa, pero no las mujeres. Imaginé la historia de Juliette y Léa, dos hermanas que no han hablado en 15 años. Lo apunté en una libreta y me fui a Laponia. Allí, en invierno, las noches son larguísimas, solo hay dos horas de luz. Fue un momento mágico para escribir. De hecho, la primera versión es casi idéntica al guión de rodaje. Nunca me había pasado. Todo estaba en su sitio. No podía dejar que otra persona rodara ese guión, estaba hecho para mí. Visualicé todas las escenas. Tenía ideas precisas acerca de los encuadres, la iluminación, el sonido, las interpretaciones.


P: ¿Pensó siempre en la actriz Kristin Scott Thomas?


R: No, no inmediatamente. Al menos no mientras escribía el guión. Es verdad que tenía a Elsa en mente para encarnar a Léa. La conocía y me apetecía trabajar con ella. Siempre me ha gustado esa mezcla de alegría y de fragilidad. Me conmueve. En cuanto a Kristin, es una actriz formidable. Creo que el cine francés no le ha dado bastantes oportunidades, por eso le mandé el guión.


Le gustó mucho y tuvo el valor y la inteligencia de meterse de lleno en el papel de Juliette. Cuando hablamos por primera vez, le dije que no debía estar guapísima al principio. Sé lo fácil que es desmoronarse en la cárcel. Los presos acaban con el mismo color que las paredes. Las paredes se convierten en ropa, piel, alma. Es muy difícil conservar la fuerza y la luz interior. Me pareció vital dejarlo patente en Juliette. Tuve mucho cuidado con el resto del reparto. Quería actores que no estuvieran gastados por el cine o por la fama, pero que fueran grandes talentos capaces de transmitir realismo a sus personajes. Esta etapa del trabajo me fascina, es pura magia.


P: Tres de los actores con papeles importantes, Laurent Grévill, Serge Hazanavicius y Frédéric Pierrot, no son grandes estrellas.


R: Laurent Grévill es Michel. Quería a un actor con un encanto secreto, no era necesario que fuera “guapo”, alguien que hubiera sido un marginado, como Juliette. Los dos, poco a poco, empiezan a reconstruir algo. El único gesto de ternura entre ambos es cuando Juliette le pone la mano en el hombro al salir del museo. Es el primer guiño cómplice. El rostro de Laurent está marcado por las heridas y las promesas de la vida.


P: De todos los amigos de Léa, es el primero en adivinar el secreto de Juliette.


R: Porque conoció a una mujer como ella cuando enseñaba en la cárcel. Las almas perdidas se reconocen. Por ejemplo, el personaje del capitán Fauré, interpretado por Frédéric Pierrot, es el doble de Juliette. Por cierto, todas las mujeres del equipo de posproducción se enamoraron de él, es una persona maravillosa. Es uno de los personajes que más me conmueve. Todos los personajes de la película ayudan a Juliette a regresar a este lado de la vida, a la luz, a recuperar la confianza.


P: Al principio es difícil saber si es desagradable por naturaleza o si es la actitud que adopta con Juliette.


R: Quería transmitir la idea de “familia feliz” con Luc, Léa y sus dos hijas. En principio, todo va bien entre la pareja. Tienen dos niñas adorables, una bonita y cómoda casa. El padre de Luc también vive con ellos, un hombre mayor que no habla y con una permanente sonrisa en los labios. Son la familia ideal, pero poco a poco nos damos cuenta de que no todo va tan bien, y con la llegada de Juliette se forma otra pareja, la de las dos hermanas, en detrimento de la pareja real. Léa solo se preocupa por la hermana que le arrebataron de pequeña. El encarcelamiento de Juliette y los tabúes familiares destruyeron la adolescencia de Léa, marcándola para siempre. Pero la presencia de Juliette hace que las cosas cambien. Juliette evoluciona, y hace que todos a su alrededor evolucionen.


P: La película está construida mediante ligeros toques…


R: Es una historia impresionista, tal como está escrito el guión. La edición fue bastante simple. Solo fue necesario reajustar y reducir un poco, cortar aquí y allá, suprimir algunas escenas que habrían sido redundantes.


 

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